Viernes, 2 de mayo de 2014 | Hoy
CINE
Our Sunhi, la nueva película del director coreano Hong Sang-soo, narra los desencuentros entre una mujer y tres hombres.
Por Silvina Herrera
Sunhi es una mujer que está volviendo, que regresa a los lugares y a las personas que alguna vez le importaron, y los recorre de nuevo para buscarse a sí misma. Vuelve a la universidad a pedirle una carta de recomendación a un catedrático y se encuentra con tres hombres con los que compartió momentos de su vida: primero su ex profesor, después un estudiante y más tarde un director de cine. La última película del cineasta coreano Hong Sang-soo se transforma en una conjunción de escenas que la muestran a ella dialogando con sus ex novios que a la vez dialogan entre ellos en un prisma que conjuga desilusión, confusión y tristeza por una necesidad de amor que cuesta materializarse.
Our Sunhi es una película que desde el título instala la idea de una mujer vista por diferentes miradas personales. Our Sunhi da a entender que cada uno observa a la protagonista del film desde su propio recuerdo de vida con ella. Intentan acercarse, le hablan, se alejan: ése es el movimiento que repiten los tres hombres que no pueden terminar de develar los sentimientos de Sunhi, escondida detrás de un misterio persistente y compasivo, como un sol impenetrable con planetas que giran alrededor. Hay un doble juego de acercamiento y rechazo que se repite con los tres, pero nunca llega a ser explícito como para dejarlos fuera del juego de conquistar su corazón. Las escenas pasan de uno al otro, en medio de fragmentos de textos que se repiten y acrecientan la trama circular. Ella es una mujer valiente, inteligente y reservada, una definición que se alterna en el guión y genera un desconcierto cómico que crece hasta convertirse en absurdo.
“Las mujeres son más inteligentes que los hombres”, “a las mujeres no se las puede retener”, son algunas de las frases que dicen los pretendientes varias veces, como si ninguna perteneciera a ellos mismos y cada una fuera una verdad que se coloca para validar la relación entre Sunhi y sus hombres. Ella es una mujer que siempre se está yendo, no hay cinismo en esa huida, ni deseo de histeria, ni siquiera una tensión predeterminada: hay un hilo de ternura uniendo su necesidad de conectar con los demás y un desencanto festivo al no conseguirlo. Sang-soo utiliza una idea de escena que se repite para dar cuenta de la conformación de cada vínculo esquivo: una mesa que separa a personas enfrentadas en diálogos largos, siempre con algo para tomar o comer, placeres que relajan la incomodidad cuando las palabras no fluyen. Así, los personajes abren su intimidad a la cámara y el/la espectador/a se introduce en un universo de mundos interiores delineados con contradictoria coherencia.
El director coreano tiene un marcado interés por el universo femenino en su filmografía. Desde Woman on the Beach hasta In another Country, los personajes de mujeres son los que se ponen al frente de la acción y manejan los tiempos del relato cinematográfico, son ellas las que se adueñan de la cámara, que va revelando las sensaciones que viven, con fragilidad y una sutileza naïf que tiñe de luz sus películas. Son historias simples de relaciones sentimentales, que profundizan en las emociones y razones que se esconden detrás de las palabras. Una exploración que conmueve, porque no hay complacencia ni desigualdad.
La última escena de Our Sunhi transcurre en el Palacio Changgyeonggung de Seúl, un jardín que desborda de belleza natural. En los caminos de este lugar, los cuatro personajes se juntan por fin, se cruzan, se desencuentran y se vuelven a unir, para intentar develar un misterio que a pesar de los intentos, los silencios y las dudas no logran descubrir: cómo llegar a conquistar el amor.
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