VISTO Y LEíDO
Poco explorada por la literatura actual, la tragedia de Cromañón se vuelca en palabras por una protagonista del desastre, la escritora Juana Roggero.
› Por Daniel Gigena
“Incierta y camuflada.” Como apunta ese verso del segundo poema de su nuevo libro, la escritura de Juana Roggero (Buenos Aires, 1980) se halla en transición. Luego de participar durante cinco años del taller literario de la poeta Romina E. Freschi (que, junto con otro poeta-maestro emblemático de su generación, Osvaldo Bossi, integra la lista de agradecimientos), Roggero comenzó a colaborar en la revista Plebella con poemas, reseñas y entrevistas. Antes, poemas suyos habían aparecido en Color Pastel, unas plaquetas de distribución gratuita y quincenal; en las revistas digitales El Interpretador y No Retornable, y en las antologías Souvenir (un conjunto de trabajos sobre artes visuales y poesía seleccionados para la revista Ramona), laplanatersuradelcolgar y Liames de Cristal entre las Vestes. En noviembre de 2008 publicó su primer libro de poemas, Bipolaridad, y desde fines de ese año forma parte del grupo independiente de poesía y música Enjambre, junto con Mónica Rosenblum, María Alicia Gutiérrez, Teresa de Elizalde y Juana Peralta. En enero de 2010, Enjambre ganó un subsidio del Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias para su proyecto Voraz (un CD de diez poemas de las autoras musicalizados). En marzo de 2010, la poeta participó en un homenaje a las víctimas de Cromañón, en el marco de un proyecto audiovisual sobre violaciones a los derechos humanos, realizado por la Escuela TEA Imagen. No fue casual: en diciembre de 2004, Roggero estuvo en el funesto recital de Callejeros y sobrevivió gracias a la ayuda de Shumy, una de las personas a quienes está dedicado Antro.
En su segundo libro, publicado por la editorial independiente La Parte Maldita, los efectos de ese episodio trágico –poco abordados aún por la narrativa local– encuentran un hábitat verbal incómodo y lento, como en el que parasita todo duelo. “Sigamos el compás y el lamento de llorar y llorar/ que no parezca extraño lo extranjero”, se lee en “Noches frías”. Ese poema prepara a los lectores para el mejor texto del conjunto, “Antro”, que además se relaciona misteriosamente con el que la poeta rosarina Beatriz Vignoli escribió luego de leer los expedientes de la causa por el incendio de la discoteca del barrio de Once que causó la muerte de 193 personas. La interioridad, de ahí en más convertida en aliada del estrago, pierde en los poemas de Roggero los consabidos atributos sublimes, que son reemplazados por una lúcida pulsión de supervivencia: “Adónde quisiera salir si pudiera/ del antro de adentro/ estamos adentro del antro/ morir allí adentro/ del antro cerrado/ sin puerta/ respirando algo negro”.
En su poesía, Roggero puede condensar la eficacia de los sentidos posibles de las palabras con una musicalidad subyacente, oscura y fúnebre a veces (“el rock de noche”); otras, agitada e insomne: “buscando algo para comer/ llegar a casa/ escuchar mis sonidos/ las segundas voces/ la orquesta explota/ y no sueño”. Organizado en tres partes en las que, de manera gradual, una presencia minúscula cede la voz a multitudes contemporáneas –-los jóvenes, las mujeres, los desclasados que pueblan la ciudad (presentes en el poema “más lagri”)–, Antro concluye con un sorpresivo cambio de registro y de procedimiento. Los poemas –de versos cortos, asmáticos, que evitan siempre el largo aliento– son reemplazados por prosas breves en las que se configura el espectro de una caverna (donde “en fuego yace y en fuego calla” la sombra de los ausentes). Ahí el lenguaje se tiñe de extrañeza. La partícula “ex”, ese prefijo que indica privación o exterioridad, asume en estos textos finales un valor inédito que, acaso, guía la dirección de nuevas búsquedas formales de Roggero, menos apegadas a la narración en clave poética del contexto: “Tragedias contentas de ser tragedias. Un miedo olvidado se amiga. Un vuelo se pierde, el siguiente se cae. Y es verdad, su imaginación extraña su juego en caída libre. Ex poesía. Ex peligro. Extraña ella. Extraña ella y de su extrañeza”.
Antro
Juana Roggero
Ediciones La Parte Maldita
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