TRATA
Tres integrantes de Mujeres de Paz de Brasil visitaron el Congreso nacional para hablar sobre trata de personas. Advirtieron sobre el incremento del turismo sexual que se puede desatar con el Mundial y resaltaron la acción del movimiento de mujeres, que hizo retroceder a la empresa Nike y su versión de la camiseta con una cola femenina como emblema brasileño. También apuntaron a la importancia de la gestión de Dilma Rousseff, aunque no pueda avanzar en la legalización del aborto, y acentuaron que la vulnerabilidad de género está fuertemente cruzada por el racismo en un país donde cada 15 segundos es golpeada una mujer.
› Por Luciana Peker
En el mundial se juega algo más que la Copa de Fútbol, algo más que el orgullo, las cábalas, la camiseta, la cantidad de televisores que se puedan vender, las hinchadas digitales, las picadas, asados y empanadas que se armen para ver los partidos, los gritos simultáneos de ventana a ventana, las estrategias amistosas y familiares para armar el puzzle de la mirada colectiva, la persecución de la AFIP a quienes viajan sin declarar de dónde sacan el dinero, los minutos que cuenta –agotadoramente– Peligro Mundial en Telefe para que empiece a rodar la pelota, las cámaras que busquen el mejor escote y no las mujeres que más disfrutan de ver jugar a veintidós deportistas. En fin, en un mundial se juegan muchas cosas, pero en Brasil se juega fuertemente la pelea para no ser vendidos como sinónimos de cuerpos exuberantes, colas firmes y pechos generosos y, mucho menos, como un territorio liberado para el turismo sexual.
La jugada empezó antes del primer silbatazo de la 20ª edición de la Copa Mundial de Fútbol, que empieza el 12 de junio. El verde y el amarillo no se quieren manchar como una bandera de bienvenida al turismo sexual. Por eso, el gobierno de Dilma Rousseff, empujado por el movimiento de mujeres, hizo que la empresa Nike retire una línea de camisetas que insinuaban una cola parada como baluarte de Brasil y el esbozo de dos pechos insinuantes como una postal femenina, una forma marketinera de fomentar que se llegue a Latinoamérica en busca de cuerpos femeninos como si se tratara de una nueva conquista, esta vez con dinero y visa.
El desafío, sin embargo, es enorme. No alcanza con detener una camiseta. La llegada de hinchas de todo el mundo es un motor para el turismo sexual y la trata de personas. Ante este desafío, la organización Mujeres de Paz en el Mundo está trabajando para evitar la nueva forma de la esclavitud colonial a través de la explotación sexual. Vera Vieira, María Amélia de Almeida Teles (Amelinha) y Nilza Iraci visitaron la Argentina para exponer en el workshop “Perspectiva de género y trata de personas con fines de explotación sexual” organizado por la diputada Margarita Stolbizer y el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. “La raíz de este conflicto es el problema de la dominación de raíz patriarcal y machista y el dinero. Hay que cuestionar a un capitalismo inhumano. La trata mueve demasiado dinero y las complicidades se compran. Por eso nos queda todavía demasiado por hacer”, concluyó Stolbizer.
Las tres visitantes brasileñas escucharon y compararon las experiencias latinoamericanas. También puntualizaron el fuerte componente de discriminación por el color de las mujeres que afecta a Brasil. Y enlazaron la pelea por un futuro sin trata con la lucha por justicia contra las dictaduras que actuaron de forma sincronizada y sin fronteras a partir de la década del ’70. La abogada María Amélia de Almeida Teles prefiere ahorrar en la longitud de su nombre y que la llamen Amelinha. Regala ese bocadito dulce de un portugués siempre poético con la ofrenda de una sonrisa dispuesta y una experiencia fuerte: vivió ocho años en la clandestinidad y fue presa política. Actualmente asesora a la Comisión de la Verdad que investiga los crímenes cometidos en la dictadura. A la vez, es coordinadora del Proyecto Promotoras Legales Populares, organizado por la ONG feminista Unión de Mujeres de San Pablo. Vera Vieira es periodista y directora ejecutiva de la sede local de Mujeres de la Paz y es Coordinadora del Proyecto Violencia contra la Mujer y el Uso Estratégico de las TIC y destaca el fenómeno popular de la novela La guerrera, que revela la trama de una mujer engañada por una promesa de un empleo falso en Turquía (se puede ver por las tardes en la televisión argentina). Nilza Iraci es comunicadora social, presidenta de Gelédes –Instituto de la Mujer Negra– y coordinadora de la Red Afro Latinoamericana y Caribeña de Mujeres y hace eje en que el racismo redobla la vulnerabilidad de las mujeres, hasta el punto de que todavía hay médicos que no quieren tocar a sus pacientes con otro color de piel.
Vera: –Sin duda alguna, el turismo sexual ya se intensificó. Hay noticias que dan cuenta de que, principalmente los países fronterizos, mandaron muchas mujeres a Brasil. Internamente hay un flujo grande en las capitales donde se van a realizar los juegos. Tanto en la Copa del Mundo como en los Juegos Olímpicos sucede esto. Se están realizando algunas acciones por parte del Ministerio de la Mujer de Brasil para enfrentar esta cuestión, pero no es suficiente.
Nilza: –Hay una cuestión cultural por la que se venden las mujeres brasileñas como una mujer gustosa, negra, joven, como un símbolo sexual y los turistas vienen a ver la copa y también tienen un catálogo de mujeres, ya previamente realizado, por agencias de viaje.
Vera: –Incluso hay paquetes de agencias de viaje que incluyen turismo sexual infantil.
Nilza: –Nike hizo una camiseta en donde las imágenes remitían claramente a una cola y dos pechos. El movimiento de mujeres se movilizó y obligó al Estado a que tuviera una postura y eso provocó que Nike finalmente retirara la camiseta. No vamos a tolerar cualquier cosa y menos el turismo sexual.
Vera: –Fue muy bueno que la retiren, pero igualmente la camiseta se vende en Internet.
Amelinha: –La copa afecta no solo a las mujeres en la trata sino que en toda la inversión que se hizo en los estadios y en las reformas se gastó mucho dinero que se debería emplear en políticas públicas transformadoras.
Amelinha: –Sí, quiero que se haga, pero no que se tenga que invertir tanto dinero. El estadio de Brasilia era muy bueno y lo demolieron para hacer otro y no era necesario hacer semejante gasto. También se desalojaron familias para construir estadios. Esto genera protestas.
Nilza: –Parece que es moda hablar de racismo en el fútbol, pero no está sólo presente en un campo de juego, sino en el cotidiano de las personas y no solamente de Brasil sino también en América latina. Y el racismo provoca dolor en las personas. A una mujer negra que va a hacer una denuncia sobre violencia sexual, la primera cosa que le hacen es mirar como está vestida y le dicen: “Pero mirá la ropa que tenés”. Se hace con todas las mujeres, pero se acentúa mucho la diferencia con las negras. También reciben menos atención para su salud. Hay médicos que a las mujeres de la periferia no las quieren tocar porque son sucias o huelen mal. Esa suciedad está en el imaginario. Se pone a la mujer negra en una situación de desventaja. Todos los movimientos sociales tienen que luchar contra el sexismo, el racismo y la homofobia. El racismo no puede ser un problema de los negros y el sexismo de las mujeres. Por otra parte, ya hay un decreto para combatir el racismo, pero sin la ayuda de los medios de comunicación no vamos a lograr nada.
Nilza: –Hay que hablar de las múltiples violencias porque, efectivamente, el impacto en las mujeres negras es más fuerte.
Amelinha: –Son muy altos los índices de violencia de género contra mujeres negras. Pero eso no es nuevo, sino que ahora está plasmado en las estadísticas. En Brasil, cada dos horas es asesinada una mujer por violencia de genero; en el 70 por ciento de los casos, por autores conocidos: generalmente compañeros, maridos o ex parejas. Y cada 15 segundos una mujer es golpeada, según cifras oficiales.
Vera: –La dictadura militar es la que hizo un esfuerzo muy grande por instalar a Brasil como símbolo de la mujer exótica y las repercusiones todavía las sentimos.
Nilza: –El modelo empezó en la colonización, pero fue intensificado por la dictadura. La rubia es la garota de Ipanema, las otras son como se muestra en la novela La guerrera (se emite en Argentina por Telefe, de lunes a viernes, a las 17, que cuenta la historia de Morena, una joven de un barrio humilde de Río de Janeiro que es engañada en la búsqueda de un trabajo en Turquía y resulta victima de trata).
Vera: –Hay que matar a un león por día, no se puede hacer todo junto. Hay mucha presión de la iglesia y mucho lobby en el Congreso. Y para que ella (Dilma Rousseff) pudiera ganar la elección tuvo que hacer alianzas. Se vio forzada a prometer que no iba a avanzar sobre la legalización del aborto. Era ese trato o no ganaba la elección. No se gobierna sin alianzas. Además, es muy positivo tener a una mujer capaz, con historia de lucha, en ese cargo. Hay un cartel que muestra a una niña mulata y dice “En el Brasil de hoy ella puede ser lo que quiera”. Tener a una mujer presidenta es muy importante para el imaginario de la población femenina.
Amelinha: –Hay sectores más avanzados o más conservadores, pero la perspectiva de la Iglesia nunca va a ser la perspectiva del movimiento de mujeres. Siempre está el sesgo de culpabilizar a la mujer. Y siempre mezclan la trata con la prostitución y no conciben el ejercicio de la prostitución como un derecho. En Brasil hay una campaña contra la trata y una copa mundial. Las mujeres son culpabilizadas por ser prostitutas o por apoyar a otras mujeres para que se prostituyan, en donde las califican de iniciadoras. Por eso, aumentó mucho la criminalización de las mujeres por la trata.
Nilza: –La trata puede fomentar la xenofobia y que las mujeres que llegan a otro país resulten estigmatizadas.
Vera: –La brasileña es símbolo de puta y eso es peligroso. Pero también en la Iglesia hay excepciones. Hay una monja, Eurides, que asesoró a Gloria Pérez, la autora de la novela La guerrera, y es muy valiosa. También hay que destacar el papel de la secretaria de Políticas para las Mujeres (con status de ministra) Eleonora Menecucci, que es una feminista que realiza acciones osadas como entrar al campo de fútbol con pancartas contra el sexismo.
Amelinha: –Las personas que tienen más de 18 años tienen la libertad y el derecho de vender su cuerpo. En la trata también hay prostitución, pero sobre amenaza o coerción.
Amelinha: –Claro. Hay una trata para explotación sexual de mujeres, de niñas, de hombres y estamos en contra de esta trata. Pero la lucha es para erradicar la trata de personas, no la prostitución.
Amelinha: –La mujer tiene que ser tratada con dignidad, se debe escuchar su palabra e investigar si es una víctima. Si vos partís, a priori, de que se trata de una prostituta que está siendo engañada o presionada no sirve, primero tenés que darle voz y escucharla.
Nilza: –Hay situaciones en las que una mujer sabe que va a salir del país, pero le cambian las condiciones. Es lo que se denomina el fenómeno de la victima imperfecta.
Amelinha: –Si se fue por su propia voluntad pero está siendo forzada hay que tratar esa situación. Estamos totalmente en contra de la prostitución forzada y la prostitución de niños, niñas y adolescente. Pero no hay que confundir las cosas.
Amelinha: –¿El casamiento qué es? Nosotras queremos defender la autonomía, la libertad de acción y el poder de decidir. A mí no me gustaría ser prostituta, pero tengo que respetar si esa mujer encontró una forma de supervivencia por su dignidad como ciudadana.
Vera: –Yo no le podría decir a mi hija: “Vos podés ser abogada, periodista o prostituta”. Pero respeto el derecho a la mujer que dice que le gusta y que se gana la vida. Y no es campaña a favor de la prostitución.
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