Viernes, 29 de agosto de 2014 | Hoy
COSAS VEREDES
Vía tumblr y Facebook crece un preocupante movimiento virtual llamado Women Against Feminism, donde mujeres exponen por qué creen que la lucha por equidad ya fue. Dejando involuntariamente en claro que es más necesaria que nunca.
Por Guadalupe Treibel
Pues resulta que el pasado mes una corriente ha desatado flor de vendaval en las webs anglo, comenzando el vientito en Estados Unidos, transformándose en tamaño torbellino con el correr de los clicks. Un fenómeno que ha de tener a mujeres como Susan B. Anthony retorciéndose en la tumba, mientras muchas otras –las vivas y conscientes– lo hacen desde sus computadoras. No es para menos, teniendo en cuenta cómo este movimiento evidencia hasta qué punto el estado de situación ha calado profundo en doñas haraganas, incapaces del revisionismo histórico o, para el caso, de ajustar la graduación de sus gafas y echarle un vistazo a la realidad. ¿De qué va el asunto? Bajo el nombre Women Against Feminism (Mujeres Contra El Feminismo), se trata de un sitio tumblr donde miles y miles de chicas jóvenes, en general blancas con menos de treinta pirulos, sostienen cartelitos en los que anotan sus razones para estar en contra de la lucha feminista. Es decir, la lucha que les permitió escribir. O manifestarse libremente. O armar grupos activistas en contra de otros grupos. En fin...
¿Cuáles son las causas que las llevan a descartar la ideología que les habilitó el derecho a voto, entre otras bondades? Sin repetir y sin soplar: “No necesito al feminismo porque ser esposa y madre es una de las grandes fuentes de alegría en mi vida”. ¿Ok? “Porque mi marido me trata como una reina.” ¿Y eso tiene que ver con..? “Porque el feminismo quiere destruir familias y relaciones al fogonear un versus entre hombres y mujeres.” No, para nada; más bien lo contr... “Porque me gusta el sexo.” Wow. “Porque no todos los varones son violadores.” Pff, ¡más bien que no! “Porque por culpa del feminismo soy una veterana discapacitada, en tanto entré a la Armada creyendo que todos éramos iguales y descubrí que las mujeres no podemos hacer lo mismo que los hombres.” ¿Habemus alcanzado el desbarajuste total? Habemus.
Empero, antes de sucumbir frente a este preocupante tsunami de ignorancia –cuyas olas requerirían el sucundún de urgente análisis para comprender qué catzo está ocurriendo en el mundo, donde tantas personas se niegan a comprender la simple definición de “feminismo”–, vale subrayar que el triste fenómeno tuvo/tiene su feliz reverso. Porque fueron muchos los sitios, medios, blogs, autoras/es, periodistas o civiles documentados que se manifestaron en contra de Women Against Feminism. Como el L. A. Times, que solicitó vehementemente que las mentadas ladies reconsiderasen su posición anti si –y sólo si– estaban a favor de “que una mujer debe ganar lo mismo que su par hombre, de que no debe ser despedida o contratada por el mero hecho de ser mujer, de que ningún jefe debería rajar a alguien por estar embarazada, de que el acoso no es aceptable”, entre otras cuestiones. “La mayoría de estas nociones ni siquiera existía antes de la segunda ola del feminismo del siglo 20”, remató el artículo.
En paralelo, una escritora brit, Laurie Penny, hizo público su descargo: “Queridas Mujeres Que No Necesitan al Feminismo: Ser joven no es un pecado. Internalizar el sexismo no las hace malas personas..., a menos que decidan cagarse en quienes intentar construir un mundo más libre y justo para todos (...). Si alguna vez necesitan del feminismo, llámennos. Si están cansadas de trabajar largas horas por bajos pagos, aquí estaremos. Si se vuelven viejas e invisibles, estaremos a disposición para recordarles que valen algo. Si alguna vez las violan o golpean y repentinamente comprenden lo monstruoso de ser ‘responsables’ por la violencia que les es infligida, o les dicen que se la buscaron, o son intimidadas por sonrisas silenciosas, cuenten con nosotras (...). Si necesitan un aborto o libre acceso a métodos anticonceptivos, nos encontrarán peleando para que ustedes tengan lo que necesitan, porque creemos que cualquier ser humano merece decidir qué ocurre con su propio cuerpo. Estaremos aquí porque eso es lo que hacemos. Hay un lugar en nuestra mesa para ustedes cuando estén listas. Incluso pueden traer sus lapiceras rosas”.
Como presentó la revista Time, el antifeminismo femenino no es una novedad. Ya en el siglo XIX muchas mujeres eran hostiles al movimiento y a las mujeres que seguían caminos no tradicionales (es decir, que se resistían al matrimonio y la cocina). “Y luego, en los ’70, el manifiesto regresivo The Total Woman, de Marabel Morgan, fue un best-seller, y Phyllis Schafly lideró la oposición contra la Enmienda por los Derechos Igualitarios. Invariablemente se defendían los ‘roles tradicionales’, algo que continúan haciendo muchachas hoy en día”, anotó el medio. Mientras otro completó que “lo que evidentemente desconocen las ‘tradicionalistas’ es que la licencia por maternidad o los derechos básicos para amas de casa y empleadas domésticas también han sido preocupaciones del feminismo. Idem la licencia por paternidad.”
Más allá de todas las lógicas argumentaciones, quizá la crítica más elocuente a Women Against Feminism llegó en formato humorada. Más precisamente el de Confused Cats Against Feminism (en castellano, Gatos Confundidos Contra el Feminismo), un sarcástico sitio que se mofa de WAF ayudado de los animalitos preferidos de la web. Felinos enmarañados por ideas sin ton ni son, sosteniendo carteles absurdos que, por ejemplo, rezan: “Me opongo a esa ideología porque amo las cajas y todos saben que las feministas odian las cajas”, “Soy un igualitario: me es igualmente indiferente cualquier forma de opresión” o “Detesto al feminismo porque... Ah, no, perdón, eran las aspiradoras. Detesto las aspiradoras”. En otras palabras: gatos que muestran una aversión sostenida por el prejuicio, el absurdo o el desconocimiento. Al igual que algunas confundidas damiselas, más preocupadas ellas por el precio del atún o las sardinas que por la igualdad de género. No importa: cuando lo necesiten, aquí estaremos.
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