Con un batón floreado, el pelo recogido y zapatos de taco rosa se impone sentada de espaldas a la pequeña puerta. Ella es Haydée y no debe superar los 30 años; sin embargo, su aspecto señorial confunde, como sus relatos. Posee una obsesiva exigencia de la correcta gramática. Se siente sobrecalificada para el lugar y la familia en la que le toca vivir. La maternidad no le sienta bien desde que se dio cuenta de que esa otra personita es su prolongación y demanda continuamente. “No nací para amamantar” sentencia. Un esposo evocado al que no conocemos y un gato que maúlla y maúlla generan una asfixia que no para de crecer y llega a quien la escuche. Cual Sherezade evitando su muerte, relata una anécdota y otra y a medida que aumenta la intensidad, lo hace la complejidad de entender su presente. Muta a cabra, a personaje, a actriz, a planta, a restos, se derrite, echa humo, como un modo de transformar su realidad. De alguna manera se entrega, potencialmente.

Este unipersonal a cargo de la actriz Federica Presa (1984), a quien actualmente se la puede ver en Malditos todos mis ex y Vivan las feas de Mariela Asencio, se destaca por el gran trabajo compositivo, corporal y oratorio en una puesta minimalista, pero potente. Los movimientos de Haydée son cortos y seguros, como sus argumentos. No concibe otro modo de ver el mundo que el de ella, aunque eso la aleje cada vez más del presente y de los otros. La obra surge a partir de la convocatoria del espacio Zafra en su ciclo Trígono zodiacal 2013, en el que cada mes se daban tres obras cortas centradas en un signo, y a Patricio Ruiz (1989), director de la obra, escritor de narrativa y poesía y a poco de recibirse de dramaturgo, le designaron Escorpio. Ese mismo año estrenó en el Teatro del Pueblo También las cosas mueren, donde actuaba Federica, y al comenzar el guión la convocó. “Con Estela Castronuovo continué el guión, luego de indagar en el grotesco, basado en las energías contrapuestas, y Haydée apareció como una imagen primitiva. Trabajé la opresión del encierro y un mito sobre mi tía Betty, quien viajando en un micro de larga distancia tiró por la ventana del baño al gato de su sobrina por temor a que la bajasen. Reparé en esto de deshacerse de lo creado o criado, la quita de la solemnidad”, cuenta Ruiz, y agrega: “También pensé en Medea, aunque más hogareña. En un momento dice: ‘Los gritos de un recién nacido se parecen a los estrépitos de un gato en celo’, la maternidad es puesta en conflicto. Aparece desde su lado más oscuro la deformación del cuerpo, el cuestionarse qué lugar ocupa como mujer ahora que ya no es el centro de su vida. Ella pretende todo el tiempo volver al eje y se lamenta (‘hay algo en mí que repele todo lo que está en dependencia’). Es la invitación a repensar los legados ancestrales, el de la lengua, el del amor, el de la fertilidad; qué es el devenir mujer”. Para Federica, el proceso de construcción se dio juntamente con el de escritura. “Haydée es una mezcla de post-parto y de abandono, también de ausencia. Niña y a la vez adulta, casi envejecida. Fueron de gran inspiración el papel de Gena Rowlands en Una mujer bajo influencia de Cassavetes, y la película Rancho aparte, que relata una realidad cercana a la de Haydée. La definiría como una mujer que ya no forma parte del orden de lo real, que ya no está ahí en su cocina ni en ninguna parte, una esquizofrénica en potencia, resentida, y la considero inimputable en su locura, pero sobre todo en la ternura que provoca y que conduce querer apiadarse de ella.”

Potencialmente Haydée. Función especial: jueves 13 de noviembre a las 20.30. Festival Micro, Centro Cultural Paco Urondo, 25 de Mayo 201. Entrada gratuita. Reservas: [email protected]