Viernes, 14 de noviembre de 2014 | Hoy
EL MEGáFONO
Por Julieta Arosteguy *
El 25 de agosto, después de la que sería mi única clase de bioética en la Tecnicatura Universitaria de Puericultura y Crianza que dicta la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) en convenio con la Fundación Lactancia y Maternidad (Fundalam), me citó la directora de la carrera para una reunión urgente. Allí me informó que ya no daría más clases. Una alumna, cuyo nombre desconozco, realizó una denuncia, cuyo contenido también desconozco, presentando una grabación de mi clase, tomada sin mi conocimiento ni mi autorización, a las autoridades de Fundalam.
A raíz de esta grabación, la dirección de la carrera consideró inadmisible mi posicionamiento frente a la materia. Se me reprochó que me hubiera presentado como “atea, feminista y abortista”, porque Fundalam “creía que hay vida desde la concepción”. Con estas palabras, objetaban que hubiera promovido el debate laico y la crítica de los estereotipos de género. Pero, fundamentalmente, objetaban que hubiera hecho pública mi militancia a favor del aborto legal.
Mi reclamo ante el decano del instituto del que depende la carrera tuvo como respuesta la creación de una cátedra paralela con el supuesto fin de garantizar la continuidad de mi cargo y la libertad de las alumnas de elegir con quién cursar. Se creó una cátedra para sólo diecisiete alumnas, ya iniciado el cuatrimestre, y por motivos oscuros que no se encuentran claramente documentados. No existen cátedras paralelas para ninguna otra materia de la carrera y, más que garantizar la pluralidad de voces y contenidos, se refuerza el sesgo confesional que Fundalam busca imprimir a la carrera.
Con este acto, la Unsam no sólo ha violado las garantías procesales más elementales que garantizan la libertad de cátedra y la libre expresión de sus docentes. La universidad ha consentido la selección velada de contenidos, entre los que se contaban la promoción de los derechos humanos de las mujeres que el Estado nacional reconoce en su normativa interna y a la que adhiere a nivel internacional; ha silenciado el debate y la reflexión necesarios para promover los derechos de las mujeres de acuerdo con las políticas implementadas por el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación de la Nación; y ha impuesto sobre todas las alumnas las creencias y la ideología de Fundalam.
Al otorgarles un título universitario, la Unsam habilita a alumnas que no pueden oír hablar de aborto en una clase de bioética a formar parte de equipos de salud que tienen, sí, la obligación de asegurar el derecho a un aborto legal en los términos que garantiza el Código Penal argentino. Y, este año, las alumnas de la tecnicatura universitaria en puericultura y crianza se recibirán de la Unsam con la certeza de que pueden denunciar cobarde e impunemente a quienes buscan promover y garantizar los derechos de las mujeres.
* Profesora adjunta de Salud y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), atea, feminista, miembro de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito.
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