EL MEGáFONO
› Por Enrique Stola *
Ante la manipulación y la mentira de la producción y dirección de (el documental) Borrando a papá decir que estoy indignado es poco. Al escuchar a algunos/as periodistas me preguntaba en un diálogo ficcional con ellos/as: ¿qué pasaría si en vez de a nosotros la cama te la hubieran hecho a vos? ¿Que pasaría si pusiste en riesgo tu vida y te juraste que nunca ibas a aceptar estar con tal o cual personaje, luego te engañan y aparecés en un video dándole entidad? Quienes me conocen saben que siempre he dicho, escrito y actuado mis posiciones sin medir las consecuencias cuando de causas justas se trata. Saben que jamás acepté dialogar ni estar en el mismo espacio que abogados y profesionales que defienden a hombres golpeadores, abusadores sexuales o criminales de lesa humanidad. Pueden concluir entonces que jamás hubiera aceptado estar en un documental con hombres que han ejercido violencia, aun sin condena firme, y con un discurso violento como es la defensa de esa mentira llamada síndrome de alienación parental (SAP), nefasto instrumento machista usado contra mujeres madres, niñas y niños en el Poder Judicial, creado por (Richard) Gardner, un psiquiatra de Estados Unidos pro pedófilos que ve recomendable que los padres inicien sexualmente a sus hijos e hijas.
Con el SAP acusa fundamentalmente a las mujeres madres de inventar denuncias de abuso sexual o de alienar a niños y niñas y se crea una estructura tramposa que no deja espacio a la palabra que denuncia. La ganancia económica está en la defensa legal y psicológica de los golpeadores y abusadores, no de las mujeres que, por la violencia psicológica, física y económica soportada, en la mayoría de los casos no pueden pagar honorarios a profesionales. Las directoras de Borrando a papá, Ginger Gentile y Sandra Fernández, mintieron y me siento (y he sido) estafado. Dijeron que iban a hacer un documental sobre la “situación de los niños en divorcios” y desde una “perspectiva de género” e hicieron un producto machista que habla de los hombres, que está sirviendo para organizar la respuesta violenta contra los profesionales que trabajamos junto a las víctimas y que sostiene la ideología más retrógrada contra las mujeres.
Nos difaman diciendo que sostenemos denuncias falsas, que la motivación es económica y que usamos algo que jamás existió y que ellas llaman el “método Corsi”. Estamos en contra de la censura y, a la vez, también queremos que se respeten nuestros derechos individuales. No hay incompatibilidad. Queda claro que he pedido a la jueza actuante que me desvincule de ese folletín y que estas señoras junto a su productor (Gabriel) Balanovsky sigan haciendo y publicando lo que se les antoje, continúen con su rol de víctimas, manipulando y mintiendo pero no usando mi imagen.
* Feminista, psiquiatra y psicodramatista.
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