Vie 10.07.2015
las12

ALBUMINA

El quid del magullón

› Por Guadalupe Treibel

Nacido en la década del 20 en Estados Unidos, afamado en los ’70 y vuelto al spotlight a partir del 2000, el roller derby –deporte de contacto predominantemente femenino que, por ejemplo, inspirase el film Whip It, de Drew Barrymore– goza de un presente optimizado con más de 1050 ligas amateurs por el mundo, incluyendo equipos argentinos que se multiplican en Capital, GBA, Santa Fe, Tucumán, Salta... Y aunque “golpear con la cabeza, pegar piñas o empujar por la espalda está terminantemente prohibido”, los propios requisitos del juego (esquivar agarradas, obstruir a la contraria, bloquear, rolar a alta velocidad...) no sólo implican entrenamientos puntuales o un gran trabajo muscular. También implican tremendas caídas, contundentes porrazos.

Magullones que, según la artista Riikka Hyvönen –oriunda de Laponia, residente de Londres– son prueba de persistencia, resistencia, esfuerzo, voluntad. De allí que, durante los últimos dos años, la muchacha europea registrase las mentadas magulladuras, amén de “encontrar belleza en la transitoriedad, en marcas momentáneas de momentos sublimes”. Amén, además, de subrayar cómo “los deportes suelen ser condescendientes y degradantes hacia los cuerpos femeninos; mientras el roller derby, en cambio, permite que las mujeres hagan uso pleno de su fuerza, velocidad, potencia, agilidad y capacidad táctica”. Finalmente, las lesiones –dice RH– son trofeos; “les dicen ‘besos’”.

Empero, no todos los hematomas fueron eternizados por la obra pop, kitsch, “un poco camp”, de Riikka: sólo los de los traseros se convirtieron en serie (Roller Derby Kisses), siendo reimpresos en lienzos y luego intervenidos con materiales diversos, purpurina, pintura... “¿Acaso no es una manera de cosificar a estas chicas?”, cuestionan reticentes, parcas vocecitas, de cara a los culotes 3D de miss Hyvönen, maximizados en escala, luciendo dolorosos verdugones. Y la artista –jugadora amateur ella misma en UK y Finlandia– responde que quizá. Con un “pero”, claro: “Si lo hago, es del mismo modo que ellas lo hacen: mostrando sus grandes y fuertes traseros como un atributo positivo, que llevan orgullosamente. La glorificación de los cuerpos esqueléticos no aplica en el roller derby; todos los tamaños y las formas son importantes y valiosos en la pista. Y ese espíritu de diversidad comunal, de reapropiación, cambia la perspectiva generalizada”.

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