Una tarde de febrero de 2015, en el estudio de Belgrano donde funciona el nuevo showroom de la diseñadora Vicki Otero y mientras realizaba una venta de colecciones de temporadas diversas a la que llamó “Reedición de clásicos”, se gestó de modo silencioso la actual alianza entre Otero y la diseñadora de joyas Gabriela Giecco. Al abrir la puerta de Sastre espacio, así se llama el showroom de Otero que además de sus colecciones con acento en la sastrería hace espacio para clases de moldería, estilismo y de un nuevo abordaje predicado por la experta Florencia Fiocca y apodado “ Diseño introspectivo” , Vicki se encontró con Paula Giecco, una clienta que portaba un modelo vintage con su etiqueta y lo combinaba con un collar blanco y negro con acentuadas geometrías; su mirada se detuvo en ese mix de indumentaria y ornamento y allí percibió el comienzo de otra colección para sumar a su futuro archivo. Cuatro meses más tarde, una mañana de comienzos de junio y en la luminosa sala del tercer piso de la galería de arte Praxis, en la presentación de la colección cápsula apodada “Buenos Aires” Vicki Otero llevaba el collar en cuestión –un modelo de la colección Diva ideado por la creadora de las joyas “Finn”– y Paula un vestido de denim de Otero con mangas globo y abalorios diversos. De una pared de metal colgaban vestidos cortos y largos austeros en sus morfologías pero poblados de sus secretos de moldería, blusas, junto a carteras minaudiere rectangulares –también llamadas clutch–, aros, pulseras y cinturones en plástico procesados con cortes láser. Las primeras piezas de la secuencia arty dejaron ver la fabulosa fusión de paños y linos con encastres: de piezas color marfil en las mangas de un vestido orgánico a un cuello con palomas ornamentando un vestido negro. El gesto se trasladó a un vestido de novia largo y etéreo, con cinturón art déco. Junto a ellos una carterita con forma de pájaro con trazos blancos y negros que lejos de la estética pop se aproximaba a nuevas variaciones sobre el art nouveau. Esos gestos se replicarían en cinturones y carteritas en tributo al bandoneón, las flores del ceibo, las escarapelas derivadas del fileteado que suelen portar los colectivos porteños en su trastienda o bien entre su galería de souvenirs.

Quienes nos detuvimos a inspeccionar los interiores de las microcarteras joya y de un espejo para maquillaje nos encontramos con cortes y telas cosidas y pegadas con preciosismo. “La temática en común son los rescates de iconos de la vida cotidiana en Buenos Aires. La morfología de las prendas tiene que ver con retratos de mujeres argentinas de antaño. También miramos álbumes familiares” señalan a dúo las artífices de Otero + Finn. Desde 2002, las colecciones de Vicki Otero suelen indagar en clásicos del placard masculino (la camisa, el jacqué, el pantalón, el chaleco) y también en faldas y en blusas derivadas de trajes regionales. Graduada en indumentaria en la UBA, creció en el contexto de una familia vinculada con la industria de la moda: su padre fundó la firma de camisas para hombre Mónaco y su madre tuvo una boutique. Paula Giecco tiene estudios formales de joyería, volvió a Buenos Aires hace tres años, luego de vivir y trabajar en Sidney y en San Pablo. Cuenta que sus diseños trazados en Oceanía se alimentaron del furor de la baquelita que se experimentaba en el estudio donde trabajó y que en Brasil experimentó con colores, hay un collar a lo Carmen Miranda en su archivo de diseño de joyas pero también trazó piezas orgánicas con inspiración en la flora, el arte, una colección Ramona, las fiestas y las divas a la usanza de Sofía Loren, María Callas y Liz Taylor. Si bien su árbol genealógico no da cuenta de joyeros, su padre es ingeniero y supo trabajar para la firma de diseño italiana Kartell, célebre por sus muebles diseñados en plásticos desde 1950 y Gabriela conserva una pequeña mesa de esa firma en su estudio hogareño.

Facebook: VickyOtero
Facebook: Finn