Vie 17.07.2015
las12

DERECHOS

La identidad respetada

Esta semana, el Registro Civil de la Ciudad de Buenos reconoció la triple filiación del hijo de Marta Dillon, Albertina Carri y Alejandro Ros. Pidieron en un escrito tener los mismos derechos que todas las familias. Es el segundo caso en el país –después de un antecedente en Mar del Plata– en el que un niño puede llevar el apellido de sus dos madres y de su padre. El antecedente es importante frente al nuevo Código Civil, que permite sólo la doble filiación.

› Por Abogad*s por los Derechos Sexuales *

Sí, me parece lindo –escribió Furio, de seis años, ante el pedido formal para que sus dos mamás y su papá figuraran como sus dos mamás y su papá y su nombre también estuviera respaldado por sus tres apellidos. A los seis años, en primer grado, la palabra deja de ser un mero juego o dibujo y se plasma en los cuadernos. Esos renglones que se enmarcaban –anacrónicamente– debajo del “mi mamá me mima” y que, ahora, en cambio, pueden multiplicarse en mimos plurales.

El lunes 13 de julio la cineasta Albertina Carri, la periodista y escritora –y editora de Las/12– Marta Dillon y el diseñador Alejandro Ros fueron, junto a Furio, a retirar del Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires, en Uruguay y Viamonte, la nueva partida de nacimiento de Furio. Ahora el Estado reconoce que es hijo de Dillon, Carri y Ros. No hay ya una realidad en la escuela, la familia, las vacaciones y entre sus amistades y otra, distinta, en los papeles. La identidad oficial y la real ya son la misma.

“Este escrito no debería interpretarse como un pedido de autorización o como la intención de subsumir una excepción dentro de un molde legal rígido. No se trata de reconocer una familia diversa, ni una de las nuevas familias, ni una familia alternativa, ni una familia no tradicional. Se trata simplemente de una familia, que tiene los mismos derechos que cualquier otra, y necesita poder ejercerlos en igualdad de condiciones con las demás.” Así terminamos nuestra presentación ante el Registro Civil en la disputa de los límites normativos del parentesco.

Algunos conocíamos a Marta y Albertina de otras épocas, cuando éramos parte del área jurídica de la Comunidad Homosexual Argentina (C.H.A.) y fuimos invitados a su memorable fiesta de casamiento post-Ley de Matrimonio. Ya por entonces y junto a Alejandro nos consultaban por la triple filiación, pero prefirieron aguardar porque no les parecía que fuera el momento indicado. En 2012, gracias al decreto presidencial 1006/12 se permitió la inscripción comaternal de niños nacidos con anterioridad a la sanción de la ley de matrimonio igualitario. Furio, entonces, pudo ser inscripto en el marco de su doble filiación comaternal. Y hace pocos días, el trámite administrativo de la triple filiación –el segundo a nivel nacional luego del precedente de abril en Mar del Plata y el primero en la Ciudad– concluyó con el reconocimiento de algo que no es más ni menos que su cotidiana realidad familiar.

Detrás de todos estos hitos que mencionamos hubo férreas luchas políticas y jurídicas, las cuales reivindicamos, reconocemos y en el marco de las cuales nos sentimos parte. Llegamos a esta instancia de reconocimiento de derechos por el activismo histórico, mancomunado e incansable de tantos/as.

Cuando este año la familia nos planteó que pensaba que había llegado el momento, nos pusimos a trabajar. Relevamos precedentes judiciales de triple filiación (Brasil, por ejemplo, fue pionero en 2013 y 2014) y, en diálogo con ellos/as, optamos por presentarnos directamente ante el Registro Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Disfrutamos de armar el escrito: el desafío jurídico era demasiado hermoso. Nos dividimos las tareas según especialidad e interés. Como Furio tiene seis años nos parecía que era importante que ejerciera su derecho a ser oído, pese a que el clásico trámite de reconocimiento paterno no lo requiere. Porque pensamos: “no hay interés superior del niño sin escucharlo”. No obstante, había un entendible pedido familiar de no exponerlo, sobre todo a posibles instancias presenciales inquisitivas (no sabíamos qué podía deparar el trámite). Después de debatirlo, decidimos generar un acta aparte, adjunta a la presentación y sin intervención del mundo legal (abogados/as, terminología, etc.). Furio no sólo la completó con un “sí, me parece lindo”, de puño y letra, sino que identificó bajo la firma de cada uno/a de sus progenitores/as: “mamá”, “mamá” y “papá”. Y firmó, en el marco de una bella ceremonia familiar, sin la presencia de extraños/as.

Creemos que ese acta, tan emocionante de ver, es la encarnación de la necesaria participación de un niño en una acción que se refiere, después de todo, principalmente a él. Porque si bien hicimos referencia a la prohibición de discriminación por motivo de orientación sexual de los/as progenitores/as (hay que tener en cuenta el fallo “Atala”, que es una sentencia, de 2012, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, condenatoria contra Chile, por medio de la cual se prohíbe la discriminación por orientación sexual o identidad de género en el caso de una mujer lesbiana privada de la tenencia de sus hijas), la mayoría del escrito se vincula a los derechos de Furio: su identidad: un derecho tan caro a nuestro país y a nuestra historia, desde Abuelas de Plaza de Mayo hasta la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (Alitt), una organización que preside Lohana Berkins, por cuya personería recurrió hasta la Corte Suprema que dictó, en 2006, una sentencia a favor. La identidad está vinculada tanto a la voluntad procreacional de sus tres progenitores/as como al aspecto biológico; su derecho a la vida familiar sin injerencias estatales y con los debidos derechos de los que él es titular; su derecho a no ser discriminado por la conformación de su familia y su derecho a ser inscripto y a tener un nombre (en sentido amplio, triple).

El resultado fue un trabajo absolutamente colectivo que encajó perfecto, y que nos gustó hacerlo, terminarlo y presentarlo. Y el mejor halago fue el que nos dio la familia, que se emocionó leyéndolo. Que hayamos podido trascender la frialdad y ajenidad de los términos jurídicos y hayamos logrado reflejar la linda y combativa historia de esta familia nos enorgullece.

Por su parte, el Registro Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través de su titular la Dra. Ana Lávaque y de la Dra. Cecilia Piñeiro, actuó de manera receptiva, con celeridad y humanidad.

¿Qué tenemos por delante? Ante todo creemos que como AboSex crecimos con esta experiencia, éramos poquitos/as y hoy somos más y queremos seguir sumando a compañeros/as de todo el país que estén dispuestos/as a emprender un activismo legal creativo y, sobre todo, crítico. Creemos que en el futuro muchas otras familias obtendrán el reconocimiento estatal y nos ponemos a disposición de ellas. Sabemos que una interpretación armónica de la normativa de derechos humanos implica, necesariamente, la inclusión de todas las familias, porque estos cambios son, afortunadamente, irreversibles. Veremos la manera de seguir sorteando los obstáculos que aún quedan para la emancipación. Gracias por contar con nosotros/as en esa tarea tan maravillosa.

Más información: abosex.wordpress.com
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