MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Por regla general el discurso de la cosmética y de los perfumes suele comunicarse mediante la descripción de las flores y las pócimas de sus fórmulas en prosa kitsch. Pero el brand show que la firma Puig –se pronuncia Puch– presentó una tarde de comienzos del invierno en el Faena Arts Center y para presentar en Buenos Aires los perfumes de Paco Rabanne y Carolina Herrera, recurrió a otro ardid: un pequeño show de moda de las firmas homónimas. Una puesta con maniquíes y piezas emblemáticas de la colección para el actual verano europeo, un pequeño desfile en cuerpos de modelos y en simultáneo un recorrido sensorial y happening de los perfumes guiado por el experto en educación de la firma. La visión de un vestido corto de apariencia piqué high tech en amarillo tenue, otro poblado de margaritas con trazos futuristas, largos vestidos con recursos decorativos en sutiles fragmentos de renovados plásticos bordando su superficie floral o con innovadores drapeados de Carolina Herrera fueron una sorpresa para quienes asociamos las colecciones de la diseñadora venezolana afincada en Nueva York con vestidos para galas. La clave estuvo en la modernidad de sus atuendos para el verano 2015: estampas de rosas, orquídeas con modismos 3D, un abrigo símil kimono que en conjunto podían pasar por artificios de algún nuevo diseñador belga o japonés.
Es vox populi que Paco Rabanne revolucionó la moda de los ’60 desde un estudio hogareño en un quinto piso por escalera de París, no sólo por los atuendos de Jane Fonda en el film Barbarella sino porque Paco empezó a experimentar con piezas de plástico rhodoid en busca de un vestido inédito y se erigió como uno de los exponentes de la silueta “Space Age” junto con Courrèges y Pierre Cardin. Con la actual dirección creativa de Julien Dossena, el nuevo discurso indumentario de la firma admite remixes de neoprene, texturas y morfologías afines al universo deportivo (un pantalón de gimnasia en versión sartorial emergió junto con una camisa blanca, asomaron visos con textura mesh, una cita sutil a las construcciones metálicas de antaño) y superposición de tops celeste y azulinas con faldas de línea A.
Al final del recorrido por las y los maniquíes, un podio ofició de exhibidor para los perfumes: allí estaban los frascos y frasquitos de Black xs for him and for her –Black xs L’excess para hombre y mujer– el taquillero One million con apariencia de pirámide cruza con talla de un diamante, Paco Rabanne Pour Homme y de Carolina Herera el clásico CH contenido en un packaging de cuero rojo (emulando las carteras), CH Sport y variaciones sobre 212, el perfume que alude al código telefónico de Nueva York, disponible en sus variantes VIP ROSE o VIP a secas. La firma catalana data de comienzos de 1900, cuando ideó el Agua Lavanda que usó Frank Sinatra y luego el Agua Brava. La asociación con Rabanne para desarrollar perfumes data de 1968 mientras que con Carolina Herrera se aliaron a mediados de los ’80. Paco Rabanne definió su relación con la firma del siguiente modo: “Los Puig me enseñaron que mientras que una colección tiene una vida útil de seis meses, un perfume puede permanecer en boga durante cuarenta años y permanecer entre varias generaciones”. La modalidad actual del holding de los perfumes que dirigen Antonio y Mariano Puig, hijos del fundador, remite a alianzas y creaciones para Commes des Garçons, Valentino y Prada. Porque como sentencian desde la firma sibarita: “La mayoría de la gente accede a conocer una firma de moda a través de su perfume”.
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