Vie 26.03.2004
las12

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Lo que hay que tener en cuenta antes de decirle a esa persona cuánto le gusta

Ni rosas, ni poemas, ni palomas mensajeras. Ni hablar de amigos/as que oficien de celestinos (después verán, queridas amigas, como todo servicio tiene su precio). Así como no hay traductores para el corazón, mucho menos para sus intenciones, que a veces ni la propia boca es capaz de poner palabras al alocado galope de sus latidos. No hay opción, mis queridas, nadie puede reemplazarlas en la tarea de la conquista. Además para qué, si encontrar el camino adecuado hacia la sensibilidad ajena es tanto o más excitante que la llegada misma.
Poca o escasa dificultad: En esta situación ambas personas son solteras, al menos divorciadas o viudas, se ven de tanto en tanto –no más de una vez por semana, recuerde que en caso de rebote es vital mantenerse a distancia– y la diferencia de edad no excede los 12 años –piso mínimo de 18–. Situaciones como ésta sólo merecen la acción directa y decidida, nunca después de la segunda salida al cine –más morosidad es histeria–.
Moderada dificultad: Entre compañeros/as de trabajo, amistades de una vida entera, ex de cualquier sexo de alguien íntimo o simple conocido, personas de mayor rango –llámese jefe/a, supervisor– o parientes de tercer grado. ¡Cuidado! Lo que haga puede modificar su vida en adelante. No robe besos en el ascensor, no respire en su nuca ni se siente en su escritorio para mostrar la puntilla de su recién adquirida ropa interior. Las acusaciones pueden ir desde caracterizarla a usted como una hiedra trepadora –caso jefe/a– hasta de rompehogares. Sea sutil, abanique la mirada con una buena caída de pestañas, espere algún festejo que permita echarle la culpa al alcohol. O haga oídos sordos a las acusaciones.
Extrema dificultad: Entre personas del mismo sexo –sin asegurarse que ambas prefieran la homogeneidad–, seres comprometidos –se agrava si lo están con su mejor amiga, aunque sucede– o en concubinato. Las mujeres encinta también son de temer –es una cuestión cultural–, igual que los ancianos –¡Ay, la condena moral!– y quedan absolutamente descartados los o las menores –mejor dedíquese a ver la tele–. Debido al alto riesgo le quedan a usted dos alternativas: esperar que el o la otro/a tome la iniciativa. O ir a los bifes cuanto antes. Ahora sí, muérdale la nuca, dígale que es inocultable lo que hay entre ustedes –aun cuando no sea verdad–, que todo lo que hagan en adelante será consensuado y que seguro le va a gustar. Es mejor retroceder por buenas razones que vivir de fantasías.
Alerta rojo: La pérdida de humildad en cualquier situación es un lugar desde el que no se vuelve.

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