Qué engorroso, qué arduo, cuánto temblor desbocado, cuánto miedo a perder lo conseguido después de una animosa conquista nos trae, estimadas amigas, el momento de despojarse del atuendo que –de más está decirlo– seguramente hemos elegido con ahínco aun antes de pensar en perderlo. Desvestirse es un arte, y hacerlo con naturalidad una maravilla no apta para improvisadas/os. Cierres, botones, broches de corset, lazos y moños pueden ser los mejores amigos a la hora de engalanarnos, mas pueden convertirse en armas mortales cuando la ansiedad apremia. Por eso mis estimadas/os no pierdan de vista que todo lo que sube tiene que bajar y todo lo que se pone tiene que poder quitarse. Por eso cuando alguna idea loca anima vuestras mentes, tengan en cuenta estos discretos detalles:
1. Siga el orden apropiado: Aun cuando el calor que bulle en su sangre convierta sus modales de gacela en torpes movimientos de beduino, no intente quitarse los pantalones antes que los zapatos so pena de caer cual torre de Babel enredado/a en su propia trampa.
2. Evite las prendas colocadas a presión: además de delatar su deseo de entrar en talles menores a los convenidos, se perderá la oportunidad de permitir el paso a manos curiosas que alivian lo suyo antes de llegar al desnudo total.
3. No revolee los zapatos: aunque este acto pueda tener su gracia, se han conocido casos de personas inconscientes por golpes de plataformas, tuertos por causa de un taco aguja malhabido y hasta pérdidas irreparables de objetos preciados –jarrones de la abuela, cenizas de mamá, relicarios de santos– que convertirán al ser desenfadado que usted pretendía ser en un bárbaro desalmado incapaz de dar valor a las pequeñas cosas.
4. No caiga en el lugar común: Eso de "ir a ponerse más cómoda" está demodé. Asúmalo, baje la luz –pero no la apague– si es necesario, pero jamás de los jamases vuelva envuelto/a en un toallón después de haber pasado por el baño. Es definitivamente mersa y además generará la impresión de que hay algo inconfesable debajo de esa toalla.
Por lo demás, usted sabrá qué partes querrá exhibir primero, hay hombres que se quitan la camisa aun antes de cualquier propuesta y mujeres que empiezan por los pantalones, seguras de sus bajos. Usted decide. Lo que debe desestimar de plano son rellenos de medias bajo la bragueta o repuestos de algodón bajo el corpiño, meros artificios tan inconsistentes como un tomador de viagra.
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