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Viernes, 9 de julio de 2004

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Reconozca el inicio de una fiesta (y huya antes de que intenten enfiestarla/o)

¡Queridas amiguitos! ¡Estimadísimos compañeras de alegrías! No es necesario asustarse, no es intención de esta dama desanimar a quienes están decididas y dispuestos al aquelarre de pitos, matracas y confeti que promete un buen fiestón, populoso, aguerrido y protegido –ya saben, sin globitos ni los buenos días–. Sin embargo/a, queridísimos/mas, es usted y sólo usted quien debe decidir lo que quiere y lo que no, y para esto lo único verdaderamente necesario –ya lo decían los padres de la patria– es saber. Esté atenta/tento y reconozca esos pequeños detalles que bien pueden alterar el curso de sus preferencias:

Alerta amarillo: El labio de la/el esposa/o de su mejor amigo/a tiembla y se moja cada vez que usted llena su copa. Una risita nerviosa anda de boca en boca cual cigarrillo casero, de buenas a primeras se encuentra en el medio de dos personas que se tocan e intentan hablarse mientras mastican lenguas opuestas... ¡cuidado! Lo más probable es que se encuentre usted frente a maniobras extorsivas dedicadas al engrosamiento y humidificación de sus partes. Después no diga que no le avisaron.

Alerta naranja: De pronto sale usted del baño y tropieza con los zapatos con que antes lo/la tocaban por debajo de la mesa; antes de que logre recomponerse, una prenda íntima se estampa sobre su nariz; antes que pueda quitársela, escucha la pregunta: “¿Alguna vez tuviste una experiencia con alguien de tu mismo sexo?”. ¡Ahora o nunca! Es su oportunidad de huir, con elegancia y sin argumentar dolores de cabeza. Guarde la pacatería en el bolsillo más oculto: no hay nada más tentador para fiesteros/as que pseudo pacatas/tos.

Alerta rojo: Bailó usted toda la noche con la persona de su preferencia, prometió en su oído delicias incumplibles, se jactó de habilidades jamás intentadas. La persona en cuestión lo/a alienta a continuar en el preciso instante en que usted nota que está guiñándole el ojo a alguien más. ¡Retírese antes de que el anzuelo de sus palabras haga picar a los/as peces/pesas gordas/os! Calentar la pava es su derecho, pero nadie está obligado/da a tragar ninguna cosa.

Por último, adorables de cualquier género, sepan que estas señales pueden ser tanto advertencias como augurios de lo que está por venir. ¡Sed felices, pero decídanlo/la por sí mismos/mas!

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