Viernes, 3 de marzo de 2006 | Hoy
INUTILíSIMO
No vayan ustedes a creer, por Dios y la Santísima Virgen, que las posturas antifeministas del franquismo –cuya consigna, como la del nazismo, era Iglesia, Cocina, Niños, naturalmente aplicada a las mujeres– excluían a las señoras y señoritas de la actividad física. De ninguna manera: era tal la amplitud mental de los conductores de la Sección Femenina de la Falange que toleraban sin problemas la práctica de algunos deportes adecuados. Más aún, los recomendaban porque “un estudiado método de gimnasia educativa prepara sanas fuertes, alegres y limpias a las futuras madres españolas” (La Sección Femenina, Historia y Pasión, 1944).
Obvio es decirlo: al practicar sólo las actividades físicas que acentúen la feminidad, “no hay que tomar el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos”. Es decir, podremos desarrollar con la conciencia tranquilla nuestras habilidades, pero de ninguna forma usarlas como excusa para hacer exhibiciones indecentes. Mucho menos podemos tomar el deporte “como pretexto para independizarnos de la familia, ni para ninguna libertad contraria a las buenas costumbres” (texto de Economía Doméstica para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968), En otras palabras, “la silueta debe ser sencilla y lo más natural posible, siempre evitando que la ropa sea tan ceñida que señale toda la anatomía del cuerpo porque esto, además de antiestético, es inmoral” (Formación Político-social, 2º curso del Bachillerato, 1961).
Desde luego, los pantalones no son una prenda bien vista por la dirigencia falangista. En consecuencia, cuanto menos se utilicen, más seguridad habrá de no provocar malos pensamientos en el sexo varonil con las formas femeninas puestas en evidencia. Pero si los pantalones se imponen por imperio de las circunstancias (sólo para la bicicleta, el caballo, escalar la montaña y la pesca) se puede recurrir a ellos “no como una gracia sino como una necesidad. Porque además favorecen menos que las faldas” (Economía Doméstica para Bachillerato, 1968).
A pesar de que las estrellas de cine y la canción insisten en fotografiarse portando pantalones y contribuyendo así a difundir esta moda excitante, hay una prenda que ofrece insuperables ventajas a las mujeres deportistas: “Para ir en bicicleta es muy conveniente el empleo de la falda-pantalón que, conservando la línea y gracia femeninas, permite toda una serie de movimientos preservando la modestia. Porque nunca se han de arrepentir las muchachas de ser modestas, ya que esta cualidad no sólo no les resta ningún encanto sino que, al revés, les conserva, aun en medio de la mayor camaradería, rasgos tan esenciales como el pudor y la feminidad”. Como señala acertadamente la revista Medina de julio de 1942, después de despacharse contra el pantalón –hurtado del guardarropa de hermanos y maridos–, “nuestra muchachas dinámicas y deportivas van incorporando la fórmula ideal y discreta de la falda pantalón, práctica y favorecedora, sin concesiones a lo ambiguo, que todo se ha de acordar en la vida, para mejor uso y empleo de su intención y momento” (sic). Y por supuesto, como mandaban las normas (circular 206 de junio de 1943), “la falda pantalón debe cubrir 5 centímetros por debajo de la rodilla”.
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