[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

A que nunca se les ocurrió hacer un bonito viaje en paquebote? Claro, les faltaba conocer un texto capital sobre periplos mundanos, cual es Saber vivir internacional (Ediciones Castilla, 1957). Pero no se depriman, todavía están a tiempo de acceder a ciertas reglas y placeres del buen viajar en buque. Empecemos por la partida: “No hay despedida sin orquídeas. Porque tanto en Nueva York como en París son las flores más caras, y si usted es una mujer elegante y desea hacer lo mismo que las estrellas de cine, hágase enviar un ramo de orquídeas y reúna a un grupo de amigos. Los andenes de las estaciones, los aeropuertos y sobre todo los muelles se prestan mucho para que las despedidas de una mujer refinada resulten menos tristes”. Una vez en el paquebote, no hay razones para ponernos ansiosas la primera noche porque “no es necesario vestirse de etiqueta para la cena, ya que se comprende que no hubo tiempo para sacar el smoking o el traje de noche”. Y por supuesto, como indica este manual, déjense llevar, porque “nada hay más fácil ni más agradable que abandonarse a la indolencia de un viaje por mar”. El capítulo “amor romántico” no es sin embargo tan simple. Más aun, “al embarcarse es preferible no hacerse tales ilusiones (...). La esposa que vuelve o va a las colonias habiendo dejado a su marido o a encontrarse con él, la americana que embarcó hacia Europa para darse una vuelta, la burguesa que hace un viaje para que su hijo vea mundo... no podrán añadir con un romance en altamar ninguna página recomendable al libro de la vida...”. Finalmente, hijas, aprovechen la oportunidad que le brinda el paquebote, porque entonces “el sentido de la existencia se les presentará con su sobrenatural verdad. Sólo el mar puede revelarnos tanto en un instante, permitiéndonos ver claramente lo que es nuestra vida al compararla con la inmensidad de las aguas y el cielo infinito”. Ejem.