INUTILíSIMO
Lustrando la voz
No basta conocer a fondo la lengua materna para hablar bien, qué va. Aunque, como pontifica Pilar Bueno en La joven y su mundo (Editorial Ferma, Barcelona, 1962), “casi todas las muchachas están dotadas de cuanto es preciso para tener una bonita voz. Tienen lengua, mandíbulas, dientes, labios, paladar y aparato respiratorio. Pero muchas usan mal tan precioso equipo”. Así es, amables lectoras, y lo peor es que no prestamos atención a los sonidos que emitimos, a los graznidos que a veces se escapan de nuestras bocas de fresa. A no afligirse, empero, que aquí llega presurosa Pilarín para organizar nuestra reeducación con los siguientes ejercicios frente al espejo, a saber:
“1º) Abrid la boca cuanto os sea posible formando una gran O con los labios y manteniendo la lengua plana. Cerrad la boca bruscamente.
2º) Bajad la mandíbula inferior hasta que los dientes queden separados unos dos centímetros. Ladead la boca a uno y otro lado cuanto podáis. Después, rápidamente, fruncid los labios como si fuerais a silbar.
3º) Con los dientes apretados, abrid los labios de modo que los dientes queden lo más posible al descubierto. Abrid y cerrad la boca, siempre con los labios separados”.
Y a continuación, para que no os fatiguéis tanto en la primera lección, pasemos directamente al punto 6º: “Abrid mucho la boca, aspirad profundamente una bocanada de aire e imitad un bostezo para terminar cantando una A redonda y llena. Prolongad este sonido y luego cerrad la boca, y respirad por la nariz dando paso a un sonido de M sorda, haciendo resonar como una especie de campana”. Y si después de practicar diez veces seguidas durante un mes no se producen cambios, asumid resignadamente vuestra voz de Cachavacha...