Si suele brillar por su ausencia en publicidades varias (o mejor dicho, aburrir por la omnipresencia reiterada de una, o como mucho dos, “ideas”), hay que ver lo que pasa cuando dichos cortitos de la tele tienen la peregrina manía de pretender tematizarla. Tenemos el caso testigo, sin ir más lejos, de la simpática publicidad de toallitas higiénicas para el período menstrual (definitivamente va siendo hora de olvidar, desterrar, decretar como frase non grata a esa expresión tan pudorosa: “esos días”). Living moderno, muy iluminado, dos chicas a la hora de las confesiones y las charlas “entre mujeres”, y una de ellas que no se atreve a preguntar, con todas las letras, alguna cosa a la otra. Dice “eso”, sigue “vos entendés”, y gesticula vaya una a saber con qué cometidos. Una amable locución acompañada de la animación de la toallita promocionada, entonces, nos pone al tanto de que han llegado, amigas, menos mal, unas toallitas con una tela ultrahipermoderna que, claro, absorbe esa sangre azul que menstrúan las mujeres en las publicidades. O algo así. No se entiende. Desconcertadas, las expertas de televisión de Las 12 contaron con el auxilio inmejorable de varones televidentes: lo que la publicidad tematiza, entre rubor y vergüencita, es ¡el olor de la menstruación! O sea, en una publicidad dirigida a chicas, no sólo la idea (las chicas sólo hablan de “eso” con pudor) y el discurso (controla ese cuerpo, muchacha) son netamente masculinos, sino que, además, ahora hay que soportar que vengan cada vez más ideadas en función de los fantasmas machistas que asocian el ciclo menstrual con la suciedad y la impureza. ¿Qué cuerpo no produce fluidos con aroma propio? Señores y señoras publicitarias: media idea a la derecha, por favor.