Por el contrario, cuando se las invoca en plural, suelen referir a reuniones y cenas tan voluntarias y esperadas como una visita al dentista. Las calles y las publicidades se pueblan de derroches de esmerada creatividad que recomiendan regalar practiquísimos electrodomésticos a las madres, corbatas a los padres, muñecas a las niñas y autitos a los niños. Es el auge de la familia tipo (tipo libro de cuentos, queremos decir) y la invisibilidad total de las ensambladas, las no convencionales y las más o menos corrientes. Los balances políticos y económicos crean el clima de opinión para que unos cuantos intenten imitarlos y esbocen un recuento de su año personal, lo cual explica el elevado índice findeañero de depresiones y mohínes forzados. Por todo eso y mucho más, las fiestas resultan la época ideal para olvidarse del mundo, embeber los espíritus en lo que más plazca y retirarse con los más cercanos. Animo, que queda sólo una. El próximo viernes será otro año.