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Extrañas demostraciones
La noticia dice que en Botswana se acaba de realizar el cuarto certamen de belleza “contra el estigma”. Un certamen de belleza como cualquier otro, con sus bandas cruzadas, sus tiaras de falsos brillantes, el aplauso, el ramo de flores y el beso; sólo que todas las señoritas concursantes (¿qué? ¿acaso pensaron que era mixto?) viven con vih y probablemente sean muy pocas las que pasen los 44 años, ya que ése es el promedio de edad de la población de Botswana (sin la pandemia se podría llegar a los 68). “Este es un concurso de belleza con propósito”, dijo la ganadora, Cynthia Leshomo, coronada como “Señorita Libre de Estigma” a los 22 años. Y el propósito, según los organizadores, es demostrar que “el vih/sida no impide a las personas mantenerse físicamente bellas o vivir en plenitud”.
Ahora bien, ¿qué pasa con el resto de las doce candidatas que se prestaron para hacer efectiva tal demostración? ¿No se liberan ellas del estigma por haber ganado? ¿Encima de que viven con vih tienen que competir entre sí como novillos en la rural para demostrar cuán bellas pueden ser? Pueden sonar antipáticas estas preguntas, pero, considerando que casi el 40 por ciento de la población total de Botswana vive con vih/sida y que, igual que en los países vecinos, las mujeres duplican la cantidad de hombres infectados –lo que deja muy claro que los muchachos no moderan ni enfundan sus impulsos por problemas de apariencia–, ¿qué efecto puede tener la demostración de belleza en una pasarela? ¿Y, preguntado sea de paso, por qué cuernos no desfilan ellos? ¿O a los varones no los afecta el estigma? ¿O será que la belleza no es un requisito para “vivir en plenitud” en su caso? Y puestas a seguir preguntando, ¿no será mejor para librarse del estigma que la gente que tiene vih y la que no, pueda, si quiere, participar de los mismos concursos de belleza? ¿Y por qué no concursos para otras cosas como trabajos remunerados, becas de estudio, viajes por el mundo? A lo mejor se hacen, la verdad es que es poca la información que llega de Botswana, lo raro es que el mundo –o la BBC de Londres, por ejemplo– haya prestado atención a esta noticia que parece simpática pero que da un poco de escozor. Eso de caminar por la pasarela, por mucha buena onda que tengan los jurados, se parece bastante a eso del sello en la frente, la estrella de David bordada en la solapa, los lugares exclusivos para leprosos y Ud. puede continuar esta lista.