Si no fuera porque el canal 7 es el canal del Estado y porque tiene la invalorable chance de verse en los lugares más recónditos del país, nada habría que decir ni sobre las horas de la tarde en esa sintonía ni sobre el título descacharrante elegido para el ciclo dedicado a nosotras las mujeres. Pero lo cierto es que la señorita de las piernas largas y la minifalda apretada se acomoda entre chongos de trasnoche y chongos a la siesta. No es fácil lo suyo, hay que decirlo, pero ya que se pone a hacer un programa de chicas, estaría bueno que el canal que nos pertenece por contribución permanente apuntara un poco mejor y al menos aplazara el modelaje, el tip de la cocina para la mujer moderna y el colágeno en los labios, y se detuviera un instante a mirar qué programa se podría hacer con iguales recursos y un poco más de cerebro. Empezando por el título, que no es original, obviamente, pero que justamente deja a las chicas, mujeres o señoras, como más les guste, puestas en el lugar del apéndice, sea bendito o maldito –según Susana Giménez o Fabiana Araujo–. Por un lado tenemos el problemita de las bendiciones, que tanto daño han hecho a las damas, emitidas por la religión que fuera. Por el otro tenemos la fábula de haber salido del costado de los señores que aun cuando sepamos todas que es ¿una metáfora? ¿una alegoría? ¿?, queda mal a esta altura del siglo. A no ser que se le dé una mínima vuelta de tuerca, pero fundamental a la vez, como hicieron en Córdoba quienes están orgullosas de formar parte del Movimiento de Mujeres de esa provincia y que acaban de inaugurar programa de radio propio que en lugar de bendecir o maldecir rechazan de plano y se bautizan “Ninguna costilla”. Es un sueño colectivo, dicen, y además buscan sumar cada vez a más mujeres. Son diferentes visiones sobre un mismo relato, pero si lo que circula (lo que se pone de moda) es esto de pensar en las costillas, nos quedamos con el desprecio por el costado y con las chicas cordobesas vamos por el centro.

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