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Viernes, 23 de abril de 2010

MONDO FISHON

Los vestidos de la princesa de Hitchcock

 Por Victoria Lescano

Ya con las faldas de organdí y pronunciada línea A, con el modus operandi de extraer un camisón elegante de una pequeña cartera Mark & Cross durante una visita al apartamento con vista al vecindario de su apuesto novio James Stewart en una escena de La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock 1954); o bien con sus night-gowns color oro y sus diamantes en Para atrapar al ladrón diseñadas por Edith Head —cuando Grace Kelly tuvo el rol de rica heredera de una fortuna petrolera que cautivó a Cary Grant—; o cuando fue cultora del look safari y casual con el cual se disputó los besos de Clark Gable con la femme fatale Ava Gardner en Mogambo; la secuencia de hitos de la historia de la moda y el cine protagonizadas por Grace Kelly irrumpen tanto en el libro celebratorio de su gracia llamado Grace Kelly Style —escrito por Kristina Haugland, Jenny Lister y Samantha Erin Safer— como en la muestra homónima recientemente inaugurada en el Victoria & Albert Museum de Londres que se exhibe hasta el 16 de septiembre.

En las salas del museo londinense hay categorías arbitrarias pero precisas para exhibir y catalogar el buen fondo de placard de la chica norteamericana —nació en Filadelfia— que devino princesa de Mónaco. Está el apartado Grace actriz, el de Grace princesa, otro para Grace madre y para la diva Grace. Entre uno y otro estante del hipotético guardarropa revisionista están sus atuendos para el cine —como aquel vestido de noche diseñado por Helen Rose para bailar con Frank Sinatra en High Society o el collar de perlas y la camisa blanca con que Moss Mabry la vistió de asesina para el policial de Hitch Dial M for Murder—, las galas para la vida en el Principado, rescates del elegante sport norteamericano, un apartado para la alta costura —los vestidos hechos a la medida por Givenchy, Balenciaga y por Dior— y otro para las creaciones de Edith Head, la habitual colaboradora de Hitchcock.

Si el rumor que indica que cuando en 1982 murió en un accidente de tránsito el asiento trasero de su automóvil iba atiborrado de vestidos ansiosos por ser arreglados por su modisto fuera cierto, se podría afirmar que Grace K fue una víctima de la moda. Lo fue, y de otro modo, cuando en la filmación de To Catch a Thief y en la Costa Azul le anunciaron que Rainiero quería conocerla, ella argumentó “que no tenía un vestido adecuado para el protocolo y que entonces debió ponerse uno lo más parecido a una cortina”.

Lo fue desde que “Kelly Bag” pasó a llamarse en 1955 y para nunca más cambiar de nombre, una cartera Hermés con la cual fue fotografiada en la portada de la revista Life, en su intento de ocultar ante los paparazzi su primer embarazo. Esa niña en gestación —su hija Carolina— tuvo en la infancia modelos hechos a su medida y de todos los colores para lucir en los viajes reales. La Kelly Bag continúa siendo uno de los hits de venta de la firma.

Grace tuvo verdadera devoción por los guantes blancos y mucho antes de ser princesa. Su hermana lo atribuyó a un gusto heredado de su madre. Pero la vestuarista Edith Head reveló que la actriz los exigía tanto en los total looks creados para films como para llevarlos en la vida cotidiana. Y que durante un rodaje el Para atrapar al ladrón, cuando juntas descubrieron una tienda de guantes —la vestuarista también era fan de ese accesorio—, “Grace se enamoró de tantos pares que la factura superó el dinero que llevábamos y tuvimos que salir en busca de más para poder pagarlos”. En su autobiografía, Quant by Quant, la inglesa y creadora de la minifalda narra una faceta más prêt-à-porter fechada en pleno apogeo del Swinging London y los comienzos de la tienda: “La princesa de Mónaco y su consorte irrumpieron en Bazaar, mi tienda, cuando compartía espacio con un restaurante y para comer un sencillo plato de spaghetti, mientras los guardaespaldas prefirieron platos más sofisticados”.

Las vitrinas del V & A exhiben el traje que usó para recibir su Oscar por el film La angustia de un vivir, looks serenos, trajes con collares de perlas, atavíos extravagantes, turbantes, gafas y estampados de los años ‘60 y ‘70, entre una selección de sus mejores joyas y posters de sus películas. Además del merchandising que acompaña la muestra —hay pañuelos con prints que celebran la retrospectiva, esponsoreo de la mítica joyería Van Cleef and Arpels—, se anuncia un vasto cronograma dedicado a la kellymanía disponible en la web del museo: desde la exhibición de las películas que documentan el estilo Grace K hasta charlas académicas sobre la alta costura en los años ‘40, estudios sociológicos sobre sus atavíos y, en plan casero, workshops de corte y confección para crear trajes emulando su estilo.

Grace Kelly, además, fue tema de inspiración de una reciente colección de trajes de Vera Wang, e irrumpe en las caracterizaciones de las rubias del Hollywood actual para ceremonias del Oscar y otras impostaciones contemporáneas que llegan del lado de la online Net-à-Porter, que por estos días divulga cómo imitar su estilo con cardigans de Marc Jacobs o collares de perlas de Stella McCartney.

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