EL MEGáFONO
La radicalización y la visibilidad de la vida
Leemos en La Nación del sábado pasado: “Aunque a muchas feministas esto les moleste, éticamente no justifico el aborto en cualquier circunstancia. Tampoco es lo mismo que suceda al mes que a los seis, cuando la vida en la panza es visible”. ¿Quién creen que pudo haberlo dicho? ¿Lita de Lázzari? ¿La presidenta de la rama femenina de una entidad pro-vida/familia/propiedad? ¿Alguna de esas personas que no se ruborizan –la ignorancia es así, arrogante– al sostener que el feminismo es lo contrario del machismo y que prefieren lo “femenino”? Pues no. Tan afortunadas palabras salieron de la boca de la abogada penalista y senadora nacional por el Frepaso, Diana Conti. Y aunque no lo crean, la señora legisladora –informadísima como pocas– lo dijo en tren de defender la despenalización del aborto, con lo cual ya pueden ir imaginándose cómo se le cayó la taza del desayuno a una de las integrantes del staff cuando vino a enterarse de que: a) anda suelto un grupo de feministas que reclama la legalización del aborto hasta –por lo menos– los 6 meses de gestación (!!!); b) esas feministas –de las que nadie supo darnos datos certeros hasta el momento–, además, pretenden que sea practicable “en cualquier circunstancia” (no quieran ustedes imaginar qué diabólica idea se esconde tras ese planteo); c) la oposición a la despenalización del aborto se debe, en realidad, al hipercientífico enunciado de que cuando “la vida” adquiere el estatuto de “visible”, no hay nada que hacerle, y que muy distinto sería si nadie viera nada. Pero, ¿saben qué? El problema había empezado unos párrafos más arriba, cuando la avispada nota nos anotició de que “sectores feministas radicalizados” (que suponemos serán unas “feministas duras”) reclaman la “legalidad del aborto a partir del libre albedrío de la mujer para disponer de su propio cuerpo”. Habráse visto tamaña radicalización. En cambio, las feministas blandas piden... ¿de qué hablábamos?