URBANIDADES
¡Lo que hay que escuchar!
› Por Marta Dillon
Se supone que a cada hecho que sucede en una comunidad le corresponde un efecto determinado, se supone, también, que ese efecto debe ser proporcional a la magnitud del hecho o al menos a la cantidad de personas que se ven involucradas. Igual que las piedras que se arrojan a un ojo de agua y dibujan sobre ella una breve escupida y unas cuantas ondas concéntricas, funcionan las palabras dichas, sobre todo las que se disparan sobre oyentes desarmados y/o televidentes al punto de la lobotomía. No es por menospreciar a oyentes, espectadores o lectores en general –¿por qué será que oyentes no tiene género y lectores sí?–, es que a veces hay que escuchar cada cosa. Y sin chistar, eh. Porque por más que una quiera establecer alguna regla, por ejemplo, según el tamaño de la piedra serán más o menos las ondas que se produzcan, pues no, con las palabras no funciona. Ese señor tan simpático que se sienta en Polémica en el Bar, por caso, González Oro su apellido, puede decir con soltura y sin desencadenar tsunamis que a Bolivia “hay que entenderla”, porque claro, en “ese país” –léase con tono despectivo– “las cholas paren colgadas de los árboles y largan en posición vertical el feto sobre la tierra (...) en uno de los principales ríos de La Paz se pueden ver nadar los cadáveres de los chiquitos, porque abortan de manera natural pero para ellas no hay un valor en eso”, bla, bla, bla. Lo dijo hace casi dos semanas, más precisamente el 7 de marzo ¿usted escuchó alguna declaración del Comfer? No, yo tampoco. Y si no hubo del Comfer, difícil que el Inadi –institución del Estado dedicada a erradicar la discriminación– haya escuchado al apodado Negro, es de suponer que las personas sensibles que trabajan allí se libran y se guardan de escuchar pavadas. Pero alguien debería avisarles, che. Como hubiera estado bueno que les avisaran cuando otro engendro de Radio 10, Baby Etchecopar, dijo al aire que “no existen las mujeres golpeadas, existen las mujeres estúpidas”. Es así, algunos tiran piedras, otros y otras debemos tragarlas ¿cómo es si no que no se ven los efectos secundarios, las ondas expansivas? ¿O será que hay un servicio de alisadores de ondas que se tragan, no la piedra, pero sí la manifestación de 500 bolivianos y bolivianas que se plantaron frente a Radio 10 para denunciar a G.O.?
Las cosas suceden, algunas sólo pasan, como vacas al matadero sabiendo que no habrá más huella de su paso que el olor a asado que se lleva el viento en los mediodías de domingo. La Convención para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra las Mujeres, Cedaw según sus siglas en inglés, pasa cada tanto por el Senado precedida y proseguida por una verdadera horda de planchadores de efectos secundarios, para que no se note tanto que la Iglesia mete su vara –que alguna vez se suponía un cayado de pastor pero que con el tiempo se fue cubriendo de oro– y le hace zancadillas incluso al Presidente que manda a una empresa a vender combustible a sus parientes y amigos porque los y las bien paridos defendemos la patria. El Ejecutivo mismo mandó al Senado un proyecto de ley para que se ratifique el protocolo de la Cedaw sin reservas, pero la Iglesia, ya sabemos, muerde incluso la mano que le da de comer –el Estado argentino, entre tantos otros, en fin, la patria–. Aunque, claro, la Iglesia come de muchos lados, y por las dudas, cuando calla la Conferencia Episcopal Argentina habla algún nuncio apostólico y si no le escriben desde el Vaticano una carta de apoyo al cardenal castrense que desea arrojar ministros al mar sólo porque reparten preservativos gratis. Y ahora a la Iglesia “derechos de las mujeres” le suena a aborto y listo. San Se Acabó. ¿El Inadi dijo algo? Digo, como es una convención que tieneque ver con eliminar la discriminación... Igual no le vamos a echar la culpa al Inadi por las agachadas de los barredores de ondas expansivas, que hay responsabilidades mayores en este desprecio mayúsculo a los derechos de las mujeres.
Mientras, pasa desapercibido que en Brasil el derecho al aborto tiene una salida de emergencia ya que es perfectamente legal mientras la gestación se haya producido mediante violencia, y lo mejor es que no hay que mostrar denuncia que acredite tal hecho. A veces los barredores de ondas tiran algunas bajo la alfombra de la Justicia, porque lo de Brasil es para festejar, pero claro, con un poco de alharaca capaz que se despiertan ahora más que tsunamis incluso, furias huracanadas.