El dios de las pesadillas
Paula Fox
Editorial El Aleph
224 páginas

Su madre, que había tomado la determinación de no tener hijos y que de acuerdo a tal propósito había recurrido al aborto en tres o cuatro oportunidades, se descubrió cierto día embarazada de casi cuatro meses. Recurrió entonces a un orfanato de Nueva York, que es donde esta escritora norteamericana nacida en 1923 comenzó su historia. El cruel inicio que la disparó hacia una abuela sufriente en las plantaciones de Cuba, luego a la Universidad de Columbia, al Premio Andersen por sus increíbles novelas infantiles y a la comparación de sus trabajos para adultos con el talento de Chejov, Kafka y Flaubert, puede equipararse con el cruel olvido en el que esos libros –jamás editados fuera de su país– permanecieron durante décadas.

Afortunadamente también salió airosa de allí y ha vuelto a ser considerada en estos últimos años como lo que es, una de las voces más interesantes del siglo. De las seis novelas que avalan lo anterior, en español se puede leer Personajes desesperados que comienza con una mordedura de gato y continúa por el camino de esa grieta imperceptible y tenaz que tiene la capacidad de partir en dos a muchos matrimonios constituidos. Y ahora acaba de publicarse su última ficción, El dios de las pesadillas que comienza cuando madre e hija reciben una carta que anuncia la muerte del hombre que las ha abandonado diez años atrás. La chica comprende allí hasta qué punto la madre ha vivido engañándose y preparada para un regreso inverosímil. Fox, sin escándalo, deja al descubierto los mitos y los fantasmas que recorren las historias familiares de nuestra época a través de una colección de personajes femeninos que desfila su patetismo y desesperación mientras deja en contraste un tendal de hombres indecisos y leves. Las frases hechas del estilo “se casó con un hombre que la echó a perder” o “siempre que llovió paró” son interrogadas con una dosis equilibrada de candor y de rechazo al optimismo norteamericano que comparten personaje y autora.

En 2001, Paula Fox de casi 80 años fue asaltada y golpeada por un ladrón que la dejó al borde de la muerte. Desde allí escribió sus memorias de infancia que demuestran su potencia para hacer emerger literatura no importa de qué cenizas.