ARQUETIPAS › ARQUETIPAS
La amante
–No sé.
–¿No sabés qué?
–No sé si va a funcionar.
–¿Qué querés decir con “funcionar”?
–Qué sé yo... si esto tiene futuro.
–Mirá, Josefina, este tipo es casado. ¿En qué futuro estás pensando?
–Bueno, casado está todo el mundo.
–No, Josefina, todos los hombres no están casados. Hay separados, hay solteros...
–Ah, no, no me vengas con ese cuento. Los separados se separan cuando ya se colocaron con otra, y los solteros de más de treinta y cinco son mamertos.
–Ay, Josefina, qué manera de generalizar.
–¡Es así! ¡Es así! ¡Ya probé con un montón!
–¿Y con éste ahora qué pasa? ¿No era el Ital Park en sus mejores épocas?
–Sí, sí. Pero... no sé.
–¿Qué pasó?
–¿Qué pasó? Que siempre se tiene que ir rápido, que no puede verme los fines de semana, que no puedo llamarlo si no está en el trabajo.
–Bueno, Josefina, ¿qué esperabas? ¡Es casado!
–¡Bueno, nena, pero hay maneras y maneras de estar casado!
–No, Josefina, un hombre casado es un hombre que siempre se tiene que ir rápido y con el que no se puede salir los sábados. Es así por definición.
–Te aseguro que no. Mirá que yo alguna experiencia tengo. Empiezan así, pero después aflojan.
–Che, ¿vos estás esperando que se separe? Mirá que nunca se separan, ¿eh?
–¿Ah, no? Claro que se separan.
–Sí, cuando la mujer descubre que están saliendo con otra y se pudre todo.
–Eso es lo que me vuelve loca.
–¿Qué?
–Que se preocupe tanto por la mujer.
–Pero si él te dijo que con la mujer se lleva bárbaro.
–¿Ah, sí? ¿Y yo qué soy entonces? ¿Un trapo de piso?