ARQUETIPAS
El diagnóstico
Por Sandra Russo
–¡Clarita!
–¿Quién habla?
–¡Ruth!
–¿Quién habla?
–¡Ruth! ¿Ya no me conocés la voz?
–Ah, Ruth...
–Che, ¿qué pasa?
–Nada. ¿Cómo estás, Ruth?
–¿Qué te pasa?
–Nada. No te reconocí porque hace como seis meses que no hablamos.
–¿Sabés que estuve hibernando? ¡En seis meses no hablé con casi nadie!
–Bueno, tan así no debe ser, porque Cristina me dijo que fueron a cenar y lo pasaron regio.
–Ah, sí. Pero Cristina me llama todas las semanas.
–Bueno, hace seis meses yo te llamé.
–¡Hace seis meses, Clarita! ¡Después no llamaste más!
–Bueno, hace ocho meses creo recordar que también te llamé yo.
–¿Y?
–Nada. Estuve pensando en que hay amistades que se terminan. Una tiene que aceptarlo.
–¡Ay, no seas tan dramática, Clarita!
–Mirá, ¿te lo digo? Te lo digo: no puede ser que en seis meses nunca encuentres un momento para llamarme.
–Pero Clarita, somos amigas hace veinte años, hubo épocas en que nos dejamos de hablar por un año, por dos años...
–¿Cuándo?
–De los treinta a los treinta y dos casi no hablamos.
–No me jodas.
–Cuando te casaste con Ernesto, dejaste de llamarme.
–Mentira.
–Además vos sos fóbica. Me dijiste miles de veces que no soportás que te acosen.
–¿Llamarme una vez por mes dirías que es un acoso?
–¡Me estás haciendo una escena!
–Quiero que te enteres: me cambiaron el diagnóstico. Ahora ya no soy fóbica. Soy histérica.
–Bueno, ¿vamos a comer el sábado?
–Hecho.