ARQUETIPAS
La desconectada
Por Sandra Russo
–Yo no sé qué me pasa.
–¿Qué te pasa?
–No sé.
–¿Por qué? ¿Qué te pasa?
–Qué sé yo, ando como desconectada de mi sensualidad.
–Ay, ¿y quién no?
–¿Vos estás igual?
–A ver. ¿A qué le llamás estar desconectada de tu sensualidad?
–No sé. Antes... buscaba los momentos para estar a solas con Horacio. Nos íbamos cada tanto algún fin de semana y no parábamos. Estaba en play, me sentía en carrera, me ponía celosa, miraba tipos por la calle, miraba mozos en los bares, me ponía crema humectante en los codos y en las rodillas, jamás, jamás, jamás –¿me oíste?–, jamás desde que me casé me olvidé de depilarme.
–¿Nunca te olvidaste de depilarte? No te creo.
–Jamás, jamás, jamás. Siempre quería estar lista, perfecta, sentirme deseada, disponible, impecable, producida, cuidada.
–Pero vos sos loca... ¿todo eso para tu marido?
–¡Obvio! No era para Horacio, era para mí: la que se sentía re-fiera era yo, ¿o qué te creés? ¿A quién jodés si se te van las ganas? ¿A tu marido? ¡Te jodés vos!
–¿Y durante todos estos años vos estuviste sintiéndote así? ¿Re-fiera?
–Sí, claro, todos los meses me compraba ropa interior nueva. Armaba climas, encendía velas, nos dábamos baños de inmersión juntos, teníamos una colección de juguetes eróticos... bueno, los sigo teniendo pero, ¿sabés cuánto hace que no los uso?
–¿Una colección de juguetes eróticos? ¡No te puedo creer!
–¿Qué? ¿Vos no tenés?
–...
–¿Vos no tenés?
–Alguna que otra cosa por ahí debe haber, pero una colección... son palabras mayores...
–¿Y pelucas? ¿No tenés pelucas?
–¿Pelucas para qué?
–¿Vos me estás cargando?
–¿Para disfrazarte?
–¿Vos no?
–Pelucas, no.
–¿Y vos no sentís que estás desconectada de tu sensualidad?
–¿Y quién no?