Vie 04.03.2005
las12

TALK SHOW

La Bella era la Bestia

› Por Moira Soto

Cat People no fue precisamente su film favorito, en parte porque durante el rodaje tuvo desacuerdos con el director, que insistía en que bajara los decibeles tratando de obtener de ella una expresión abismada, sutilmente nostálgica, libre de los habituales mohínes de su trompita de sexy consentida. Sin embargo, estos detalles anecdóticos pierden relevancia frente a resultados tan admirables: Simone Simon, la francesita que desarrolló su carrera cinematográfica entre su país de origen y Hollywood, merece absolutamente figurar entre las reinas del cine fantástico y de terror del siglo pasado, dentro del subgénero mujeres animales de la especie felina, nada más por haber estado en Cat People (1942, estrenada localmente como La marca de la mujer pantera, y editada en video por Renacimiento con el título original y un subtítulo: La mujer pantera), obra maestra de Jacques Tourneur, también nacido en Francia. Hijo y discípulo del célebre director Maurice Tourneur, Jacques hizo cine primero en Europa y luego en los Estados Unidos, su país de adopción. Algunas de sus realizaciones –Yo dormí con un fantasma (I Walked with a Zombie, 1943), Cita con el demonio (Night of the Demon, 1957) y la citada Cat People– se cuentan entre las más escalofriantes e intranquilizadoras que se hayan filmado jamás. Uno de los mejores recursos de JT consistía en no mostrar directamente el horror sino sugerirlo mediante la sabia utilización de luces y sombras, de sonidos y metáforas visuales.
Simone Simon se murió la semana pasada, a los 90, después de décadas de haberse retirado. Desde luego, su cadáver no tomó la forma de una pantera negra, como le sucedía al final de Cat People, malherido su pecho por la espada del petulante y baboso doctor Judd. Es que, en aquel film, Simone interpretaba a una diseñadora de modas, Irena Durbrovna, de tailleur oscuro y blusa blanca, convencida de descender de mujeres felinas de la antigua Serbia (territorio lindante con Hungría y Rumania, recorrido por un segmento de los Cárpatos...).
Frente a la jaula de las panteras negras, en el zoo de Nueva York, Irena conoce a Oliver, un all american boy, ingeniero naval, que recoge un boceto que la chica dejó caer. El la acompaña hasta su casa, ella lo invita a tomar un té. En una de las paredes hay una gran pantera pintada y sobre la mesa, la estatua de un jinete atravesando un gato con su espada, un rey serbio que defendió a su país del mal. Se escucha el rugido del león del zoo cercano que a Irena le parece “natural y calmante, como el sonido del mar”. Oliver le propone matrimonio y acepta la condición de Irena de esperar hasta que ella supere el miedo de convertirse en pantera si tiene relaciones sexuales con él. En la fiesta de casamiento en un restaurante serbio, una hermosísima mujer (“parece un gato”, dice uno de los comensales) se acerca a Irena y, en una lengua que sólo ella entiende, le dice “hermana”. A esta altura ya sabemos que la maldición se va a cumplir inexorablemente y que Oliver es demasiado simple y obvio para esa misteriosa criatura de movimientos elásticos, que arquea su espalda con rara elegancia.
Otras bellas han interpretado a mujeres felinas en el cine: Kathleen Burke, turbadora chica pantera de pareo en la versión de 1932 de La isla del doctor Moreau, de HG Wells; Barbara Shelley fue una Cat Girl inglesa y algo vulgar en 1957; Tarzán y Flash Gordon tuvieron su cuota de damas leopardo, y antes de llegar a la sombría dominatrix Catwoman (Batman regresa) de Michelle Pfeiffer, tenemos a las intérpretes de Gatúbela en la serie televisiva Batman, a saber: Julie Newmar, Lee Meriwether y Eartha Kitt. También hubo en la pantalla –antes de los efectos especiales quePaul Schrader aplicó a su fallida remake de Cat People, en 1982– mujeres araña, avispa, pájaro...
Ninguna tan ambigua, tan soñadora, tan desgarrada interiormente (mientras que sus uñas desgarran sin querer el tapizado de un sofá) como la que encarnó Simone Simon con esa carita que para Colette era de perrita pequinesa, pero que también se puede asociar con una gata persa. Es verdad que esta actriz hizo otras películas en Hollywood (incluso, en 1944, una discreta secuela de Cat People), que en Francia brilló como la fatal Sévérine de La bestia humana (1938) de Renoir, pero su imagen quedó para siempre ligada, en perfecta simbiosis, a la tristísima, celosa Irena Dubrovna, que trata en vano de hacer buena letra, de resistir a la leyenda...

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux