Viernes, 13 de mayo de 2016 | Hoy
Por Jordana Secondi*
En la escuela aprendimos que el duelo colectivo nos fortalece. En nuestra corta historia nos tocó vivenciar muertes de pibes y pibas siempre violentas, siempre producto de violencia social. Fue así que aprendimos a compartir el dolor con otros y otras, y tratar de curarlo con construcción.
El femicidio de Micaela, en el extremo de la violencia género, nos convocó con un nuevo dolor y un nuevo desafío. Llorar su ausencia nos provocó juntarnos. Y pensar su situación nos invitó a organizarnos.
La escuela, la suya y nuestra, nos alojó como colectivo de mujeres: estudiantes, vecinas, docentes, trabajadoras de otras instituciones públicas, militantes de diversas organizaciones. Y pudimos pensarnos en relación a la violencia de género: en qué nos impacta, cómo la abonamos, cómo nos daña, cómo la resistimos. Y también construimos organización. Se formó la Cooperativa Mika de servicios de belleza y estética, para lo que hubo que juntar información, inscribirse, capacitarse, promocionarse.
También nos permitió constatar cuánto falta profundizar sobre el conocimiento respecto de los derechos de género, pero sobre todo cuánto falta para sentirnos empoderadas y poder ejercer esos derechos en plenitud.
Y ahí la escuela, no ya la nuestra sino todas, como el lugar de construcción de conocimiento y de promoción de acceso a otros derechos, tiene un lugar de indefinición y de vacío cada vez más profundo: la ley de Educación Sexual Integral (ESI) no cuenta con políticas públicas para alcanzar su real y material concreción. Entre otras cosas, las y los docentes no cuentan con instancias de capacitación obligatorias, necesarias para derribar resistencias y tensiones que provoca esta temática, lo que a su vez aleja la posibilidad de institucionalizar prácticas de empoderamiento para el ejercicio de derechos, de inclusión de la diversidad y de desnaturalizar estereotipos que encorsetan la libertad.
*Vicedirectora de la Escuela de Educación Media N° 6. Distrito Escolar 5°. Villa 21-24. Trabajadora del Programa de retención escolar de alumnas embarazadas, madres y padres en la escuela secundaria, de la Ciudad de Buenos Aires. Militante de UTE.
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