Vie 14.10.2016
las12

DEPORTE

FUTBOL PASIÓN

MOYI SCHWARTZER

› Por Luciana Peker

FOTO: JOSE NICOLINI

El pibe con camiseta de Boca pide la pelota y se encuentra con un aluvión de chicas que no hacen apología del pase por compasión. No están para hacer favores. Pero sí para abrir caminos. Maite tiene la misma edad que recién arranca a soplar velitas de dos cifras de los nenes que ya están adentro de la cancha verde, abierta al juego, entre volanteadas y puestos de vestidos y cremas, encuentros y abrazos teñidos de verde y violeta en la Plaza San Martín, de Rosario, quince cuadras alejada del río y una marea de reivindicaciones puestas en juego. Maite tiene un jean que le almidona las piernas a diferencia de sus amigas y una remera de Minnie que estaba aburrida de mirar pasar la pelota.

Las chicas de Fútbol Militante improvisan picado con los pibes de la plaza, pero cambian las reglas. Ellos no son favorecidos, no vale arquero en cancha chica (“¿Qué es eso de atajar con la mano?” chicanean desde los metros chicos que se le sacan al barro urbano) y, en cambio, le dan la mano para que entre la nena que estaba a un costado. Maite juega con el fervor de la que esperaba pica para dejar de estar escondida y tiene una cara de felicidad enrojecida frente a la que todas las palabras se deshacen para darle el trono de la palabra empoderar a la patada futbolera. El pelo negro de Maite se hace fervor y bienvenida a que el pase sí, esta vez, la tenga en cuenta.

Esa libertad pulenta pasa de mano en mano. Fútbol Militante nació gracias a otras mujeres que abrieron caminos, muy especialmente, a la pionera del fútbol femenino en la Argentina, Mónica Santino, de la Asociación “La Nuestra”, que comparte, la tarde del sábado 8, una actividad conjunta y, claro, otro picado infinito, en donde se pone el chaleco y patea orgullosa de ver reproducidas las piernas al aire.

Fútbol Militante se formó en el Encuentro de Mujeres del 2015, en Mar del Plata, donde las chicas se juntaron en un playón a jugar al fútbol y al básquet. Pero la experiencia de la represión en la Catedral las movilizó a sistematizar sus encuentros y a fortalecer sus cuerpos. “Después de la represión en Mar del Plata nos dimos cuenta que hay que cuidar el cuerpo”, resalta Moyi Schwartzer. Ella, junto a todas las chicas de Fútbol Militante, se juntan los martes, de 20 a 22 horas, en Parque Los Andes, en Chacarita. De noche, en un espacio público y a jugar. Y si llueve o truena, se juntan igual.

Moyi es socióloga y trabajó en Trenes Argentinos, el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, a los 35 años, en octubre del 2015, compró 100 pollitos y dejó las oficinas para repartir huevos y verduras orgánicas que produce en Cañuelas y reparte a interesadxs a través del Facebook de El granjero Futbolista. “Soy más feliz, lo que hago es lo que soy”, rescata en un feminismo que es campo y patada.

Tiene una sonrisa franca, los ojos verdes que le conservan una infancia descarada y la picardía de saber esquivar contrincantes enarbolada como militancia. “En la cancha hay que trascender diferencias, resolver las diferencias y superar la adversidad de un resultado adverso”, enumera las agallas en las que entrena el fútbol feminista.

Nota madre

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