Un Frankenstein creado por la Guerra Fría
Hace cincuenta años en Afganistán se derogaba el uso obligatorio del velo, ahora la burka ya no es obligatoria pero muy pocas mujeres se animan a no usarla y ninguna osaría a salir a la calle sin velo. La historia de Afganistán es complicada, pero una metáfora latente del sinsentido del siglo XX. En 1978, la Unión Soviética invadió Afganistán. A partir de ahí muchos musulmanes se empezaron a agrupar –incentivados económicamente por la CIA como parte de la Guerra Fría– para derrocar a los soviéticos. Muchos denuncian que el mayor grupo fundamentalista islámico, aliado de Osama bin Laden, fue motorizado por Estados Unidos.
Finalmente, en 1996 los talibanes tomaron el poder e impusieron un régimen ferozmente opresivo contra las mujeres que obligaba al uso de una burka (un vestido que cubre de la cabeza a los pies y tapa, incluso, la vista), prohibieron estudiar a las niñas; trabajar, salir a la calle yatenderse con un médico a las mujeres. El mundo toleraba este régimen. Pero después del atentado contra las Torres Gemelas, en octubre del 2001, Estados Unidos decide atacar Afganistán en donde, presuntamente, se escondía Osama bin Laden.
Finalmente, los talibanes cayeron y asumió en la presidencia Hamid Karzai, a quien las integrantes de la Asociación de Mujeres Revolucionarias de Afganistán (RAWA) acusan de ser casi tan fundamentalista como los talibanes. Como en Irak, la guerra no terminó. El 21 de marzo de este año fue muerto –por guerrillas internas– el ministro de Aviación de Karzai, Mirwais Sadiq (el tercer miembro del gabinete asesinado desde el 2002). La pacificación no llegó y la igualdad para las mujeres tampoco.