El pasillo. Otro pasillo. La ciudad de Buenos Aires cerró los ojos ante el espanto de pensar en la violación de una joven de 24 años el viernes 16 de junio en la estación Callao del Subte B, a las 15.30, más o menos 45 minutos después de abusar de otra chica de 22 que pudo escaparse antes de la violación.

La víctima otra vez víctima. Otra vez la sociedad –peor, el poder– que la saca del lugar de víctima y la convierte en culpable. Esta vez, la culpa es echada por la policía. La defensa es un ataque. “Cómo pasaron los hechos de la violación no lo sabemos, porque la chica no declaró, pero en esa estación hay dos policías, y si la chica hubiera gritado o pedido auxilio, los efectivos hubieran llegado al lugar y no ocurriría esto”, aseguró en un operativo para demostrar presencia policial después de los cuestionamientos a la seguridad en los subtes Edgardo Innamoratto, jefe de la división de la Policía Federal a cargo de la seguridad en trenes y subtes.