Viernes, 4 de agosto de 2006 | Hoy
Por Jorge Garaventa*
La televisión es un fiel reflejo de las hipocresías sociales, solo que las pone en evidencia más groseramente. Así entonces, padres y madres que estarán en el primer cordón de resistencia a la educación sexual en el jardín de infantes no vacilarán en conducir a sus hijos a participar en programas donde la “graciosa” sexuación prematura es condición indispensable tanto para participar como para ser espectador. Las niñas, disfrazadas de pequeñas lolitas, son el último eslabón de esta cadena que perpetúa el modelo de cosificación-muñeca. Pero esas mismas niñas recibirán severa reprimenda contra sí y su jardín si comentan algo de lo que se plantea hoy como educación sexual: “sos muy chica para hablar de esas cosas” será la clásica censura.
Esta sociedad sexualiza a la niñez, la corrompe, abusa de ella y la maltrata, pero se horroriza si la quieren hacer “saltar etapas” enseñándoles por ejemplo, que su cuerpo es suyo y nadie tiene derecho a tocarlo.
* Psicólogo, especialista en niñez.
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