Viernes, 2 de febrero de 2007 | Hoy
Por Nancy Garín
Si la chilena es una sociedad profundamente conservadora ¿cómo se explica que más de la mitad del electorado haya optado por una mujer divorciada y socialista para la presidencia? Para contestar esta pregunta, que bien podría replicarse con algún cambio de matiz en otros países, un equipo de estudio de la fundación alemana Friederich Ebert Stiftun, presidido por la directora de proyectos y del área género y juventud Elizabeth Gerber, realizó un estudio de análisis sobre la campaña presidencial de Michelle Bachelet. “Para mí esta imagen que tiene Chile de sí mismo atrasa —señala Gerber—. En realidad, si fuera tan conservador, Michelle Bachelet no habría obtenido un 53% de votación en las elecciones. Y que atrase no es casual, sino que tiene que ver con dos cosas centrales: por un lado, quiénes componen las elites políticas y cómo se comportan esas elites que son referentes para la opinión publica. Por otro lado, está el papel de los medios de comunicación, que están enormemente concentrados en la derecha chilena y por lo mismo refleja una imagen de sociedad bastante alejada de la realidad. Porque la sociedad chilena en realidad va mucho más adelante de lo que la elite y los medios sugieren y proponen. Y eso se ve reflejado en el estudio”, agrega.
El estudio de la Friederich Ebert Stiftun, realizado sobre la base de datos de encuestas y de entrevistas a los principales responsables de la estrategia de campaña de Bachelet, logra mostrar justamente “esta brecha entre lo que le pasa a la ciudadanía y lo que las elites políticas creen que la ciudadanía debe demandar”. Tal vez lo más llamativo sea que en una sociedad tan conservadora como se supone a la chilena se daba por sentado durante la campaña que siendo Bachelet mujer, socialista y divorciada tendría menos chances de ganar la presidencia. “Pero al parecer, justamente por estas características, Bachelet generaba confianza. Una mujer sola que sabe administrar un hogar, que conduce una familia, que tuvo una historia política sostenida a pesar del dolor, profesional; era capaz de administrar de forma óptima el gobierno”, señala Gerber basándose en el estudio. Incluso, la campaña gráfica, diseñada también por una mujer, estaba muy marcada por señales de esa confianza. El eslogan “Estoy Contigo” estaba dirigido justamente a esta proximidad, donde la candidata hablaba en primera persona.
“También la imagen de transparencia con que se expuso su vida privada al mundo público apuntaba a ello. Nunca negó su vinculación política ni sus diferentes relaciones de pareja, ser separada, etcétera. Esa fue justamente la estrategia de la campaña. Básicamente, centrarse en la ‘confianza’ y ‘credibilidad’. Y ésta sigue siendo la gran base de su gobierno.”
Además, como señala Gerber, “en el inconsciente colectivo, el hecho de que sea mujer y médico genera un plus en el tema de la confianza. En ambos casos está la idea de generar y cuidar la vida”.
El gran desafío es que a pesar del 53% de adhesión y el aumento considerable de apoyo a su gestión –aun con los numerosos conflictos en su primer año de gobierno– es seguir enfrentándose a una elite, más allá del color político al cual represente. Incluso dentro de las propias filas de Bachelet, afirma Elizabeth Gerber, “se advierte cierta nostalgia hacia un estilo de ejercicio del poder patriarcal, del padre duro, en una sociedad aún muy marcada por el autoritarismo”.
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