Viernes, 23 de marzo de 2007 | Hoy
Por Por Marta Alanis*
La construcción del género y la sexualidad como “privadas” permitieron que la Iglesia Católica sostuviera, con el apoyo del Estado, el patriarcado como una forma de dominación de las mujeres. Pero en la Argentina y en otros países de América latina se fracturó la dominación hegemónica de la Iglesia. Mientras que a nivel público se legitima una postura represiva y estricta, que responde a los principios de la doctrina católica, en las prácticas privadas se flexibilizan sus posturas. Esta doble capacidad de la jerarquía eclesiástica de ejercer su poder sobre el Estado y de sentar los límites culturales y morales del debate a nivel poblacional se manifiesta con especial virulencia en relación al aborto.
El aborto es construido no sólo como un delito que debe ser penalizado sino también como un pecado cuya regulación escapa al derecho positivo. De este modo, el debate se sacraliza, se presenta en términos absolutos, que no permiten la existencia del disenso y el debate. El feminismo cuestionó este sistema hegemónico de dominación a través de politizar lo privado y disputar, material y simbólicamente, a la jerarquía de la Iglesia Católica.
Católicas por el Derecho a Decidir sabe de esta lucha y de la necesidad de modificar no sólo los sistemas legales sino también impulsar cambios culturales que permitan a las mujeres empoderarse y ejercer sus derechos. La manera hegemónica en que la Iglesia Católica dominaba las discusiones de políticas sexuales se han fisurado dando lugar a un mayor pluralismo.
El poder de la Iglesia de decidir los parámetros y límites de la política en temas sexuales se ha interrumpido. Ha sido un largo proceso (con sus contramarchas) donde el establecimiento del divorcio, los planes de educación sexual, las leyes de salud sexual y reproductiva, entre otras reformas legales, representan hitos destacables y es de destacar la reciente reglamentación del aborto no punible en la provincia de Buenos Aires, que se logra a partir del pedido explícito de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que ya lleva dos años ininterrumpidos de presencia en la Argentina. En la Argentina, el enfrentamiento del Gobierno con la Iglesia a comienzos de 2005 por las expresiones del ministro de Salud (Ginés González García) a favor de la despenalización del aborto marcaron un límite a la injerencia de la Iglesia, aunque ese límite sea fluctuante. Con lentitud también se aprobó el protocolo de la Cedaw (y con lentitud se presentó a Naciones Unidas) pero se ratificó este protocolo al cual la Iglesia se opuso con todas sus fuerzas.
Las Católicas por el Derecho a Decidir consideramos que los sectores religiosos conservadores están actuando de manera reactiva ante la valentía del movimiento feminista en un contexto donde existen algunas voluntades políticas dispuestas a escuchar las voces de las mujeres y las personas que sostienen diversas opciones sexuales, mientras que la política del Vaticano es inquisitorial y de persecución a la Teología Feminista y a la Teología de la Liberación. El camino que ha tomado el Vaticano no es ético y tiene un proceder poco evangélico. Esta posición no ayuda a la Iglesia a presentar el rostro de Dios en el mundo ni anima al seguimiento de Jesús, ni a las luchas de nuestro tiempo, que promueven la paz, la justicia, la igualdad de oportunidades, la no discriminación, los derechos de humanos y humanas y la libertad de todas las personas.
* Coordinadora de Católicas por el Derecho a Decidir de Córdoba.
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