Viernes, 14 de septiembre de 2007 | Hoy
Por María Inés Re *
La precondición indispensable para que el abuso sexual se prolongue en el tiempo es el secreto. Para obligar a su víctima a guardar el secreto, el abusador se vale básicamente de dos artimañas: la amenaza y/o el soborno. Entonces, una de las estrategias para hacer prevención primaria o secundaria del abuso sexual infantil es enseñar a las/os chicas/os las diferencias entre los “secretos buenos” y los “secretos malos”. Por ejemplo, hay enormes diferencias entre comprar un regalo y mantenerlo en secreto hasta que llegue el momento de dárselo a una persona especial, y mantener un secreto por temor.
En general, los/as niños/as perciben que están pasando por una situación extraña, pero no saben cómo actuar. Por eso es indispensable que sepan que hay una persona adulta en su familia o escuela en la que pueden confiar porque les va a creer. Porque una de las amenazas típicas de su abusador es “nadie te va a creer” y, por ende, “nadie te va a querer”. La educación sexual temprana le pone sonido al silencio, al secreto. Los/as chicos/as conocerán y se apropiarán de su cuerpo, sabrán qué partes pueden ser tocadas y cuáles no, sabrán cómo suceden los embarazos, podrán expresar lo que sienten y piensan. Por eso, será mucho más difícil que alguien pueda “entrenarlos” para guardar un secreto.
* Licenciada en Trabajo Social y Master en Ciencias Sociales y Salud. Autora del libro Educación sexual: cómo implementarla en el aula (manual para padres y maestras de niños de 0 a 9 años), de Editorial Ediba.
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