Fernanda Gil Lozano es más reconocida porque, como historiadora, fue una de las alma mater de la colección Historia de las mujeres en Argentina y forma parte, además, del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Diputada en representación por la ciudad de Buenos Aires de la Coalición Cívica, participa de las Comisiones de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, Cultura, Legislación Penal, Trabajo, Turismo y Tercera Edad.

—Evidentemente hay una presencia de mujeres importante pero no suficiente: en estos momentos tenemos que modificar la ley de cupo para llegar a una que garantice el 50 y 50. Algunos dirán que qué podemos arreglar con eso, y es que hay una doble trampa: por un lado, obviando que hay una mujer Presidenta y una ministra en un lugar no convencional como Nilda Garré en Defensa, ves cierta presencia de mujeres en cargos importantes. Pero a la vez, en temas referidos a salarios, persiste la disparidad en un mismo trabajo para mujeres y varones, en especial en el último tiempo, que las mujeres han visto muy deteriorados sus salarios. Esto marca que todavía falta mucho camino, que hay cosas en la enunciación políticamente correcta que no se traducen en la vida real y concreta. Por otro lado, este año se va a debatir la ley de trata y nosotras vamos a proponer una ley diferente a la del proyecto oficial.

¿Están dadas las condiciones para que, más allá de afiliaciones partidarias, las cuestiones de género favorezcan alianzas entre legisladoras?

—Estoy convencida de que en temas como la trata, cuantas más mujeres seamos, más posibilidades hay de llegar a una ley más justa. No puedo precisar cuáles son los desvíos oblicuos de afirmación, pero seguramente tiene que ver con un registro de cultura ancestral inconsciente. El 90 por ciento de las víctimas de trata son mujeres y niñas, el resto del porcentaje tiene que ver con la tipificación de delitos relacionados con el trabajo forzado en términos de talleres clandestinos, también el tráfico de órganos, etcétera. Además, el proyecto oficial plantea que se puede tipificar la trata sólo en caso de víctimas menores de edad, y nosotras en eso tenemos una objeción muy clara, porque tiene que haber una definición única, el delito se comete contra mayores y menores de 18 años. Tengo confianza en que se logre, entre todos los bloques, un consenso, porque además del oficial hay proyectos nuestros, de la Coalición Cívica, del Frente para la Victoria y del socialismo, que son superadoras y vienen trabajando el tema en la Cámara hace por lo menos dos años. En lo laboral, además, tengo ganas de lidiar con la representación sindical de las mujeres, que lamentablemente no se cumple. Quiero lograr que el sindicalismo se comprometa con eso y lo garantice.

¿Que haya más mujeres diputadas puede orientar la tarea legislativa hacia una perspectiva de género?

—Es cierto que hay más diputadas que en años anteriores y que eso no necesariamente significa que todas estemos sensibilizadas en cuestiones de género, porque todavía, al igual que pasa con los varones, pesa mucho la cuestión familiar en la política. Pero creo que, si logramos el 50 y 50, la cuestión puede cambiar. Mi ilusión es poder juntar una comisión parlamentaria de mujeres con participación de todos los bloques. La experiencia demuestra que la mayor participación de las mujeres cambia las instituciones: pasó en la Justicia uruguaya, a partir de que se llegó a un 70% de integrantes mujeres.

¿Y en cuanto a derechos reproductivos?

—Todavía no lo sé, pero creo que hay temas fuertes para las mujeres, y que tal vez podamos empezar a ir avanzando hacia la despenalización del aborto.