ANDREA MADARIAGA, DE CóRDOBA Y ANCHORENA
“Se nos infiltraron unos buchones”
En la casa de Andrea Madariaga suena el teléfono cada 20 minutos. Casi todas las veces es alguna de sus compañeras de la asamblea de Córdoba y Anchorena. Están en contacto permanente, porque en cualquier momento puede haber un desalojo en una de las casas tomadas del barrio. También están controlando que el centro de salud de la zona, el número 11, garantice la atención primaria para los chicos. “Las madres duras de la resistencia”, cuenta Andrea que las bautizaron “unos servicios que se habían infiltrado en nuestras reuniones, buchones de la cana a quienes no tardamos en identificar”. En esta asamblea de Barrio Norte la mayoría de los aprietes, con llamados telefónicos intimidatorios, estuvieron dirigidos a las mujeres del grupo. “Seguramente porque si esta lucha se mantiene es en buena medida por la presencia femenina”, asegura. Andrea, de unos 50 años, había estado 20 fuera del país, viviendo en Senegal, donde trabajaba en una empresa de comercio exterior. Volvió hace cuatro años y se topó con muchas dificultades para readaptarse y conseguir trabajo. Terminó armando un emprendimiento propio de eventos culturales, cuya oficina es un rincón de la cocina de su departamento, un piso 14 sobre avenida Pueyrredón lleno de plantas y libros. “Desde que regresé sentí que en todo momento avasallaban mis derechos ciudadanos. Hasta tuve que pagar para darme el alta en la DGI", dice.
Le pareció increíble aquel día de diciembre en que empezó a escuchar las cacerolas. Bajó corriendo. “Lo primero que vi al asomarme a la calle fue un desfile de mozos que salían del puticlub de enfrente escoltados por algunas de las chicas que trabajan ahí, todas bien arregladitas, haciendo sonar unas hieleras metálicas”, recuerda. La asamblea del barrio se terminó armando a través de un cruce de mensajes casuales por Internet. “Finalmente se fue armando y, en lo personal, esta experiencia me encauzó, después de tantas dificultades. Encontré el espacio desde el cual siempre quise pelear, donde se dan tres principios: autonomía, horizontalidad y democracia directa. Ahora vivo en un estado de lucha permanente, además siempre rodeada de gente con ganas de construir”, reflexiona.
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