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Viernes, 29 de julio de 2011

De la represión familiar al embarazo adolescente

“Las representaciones sociales, valores y creencias de adolescentes mujeres de sectores urbano marginales en relación a la maternidad y la utilización de métodos anticonceptivos”, es el nombre de la investigación que llevaron adelante Maximiliano Estigarribia y Gustavo Ariel Medina del Equipo de Trabajo e Investigación Social (ETIS) que tiene por misión contribuir a la inclusión social a través del diseño e implementación piloto de proyectos y programas sociales que permitan dar respuestas concretas desde la educación y el desarrollo de la participación comunitaria para acompañar las situaciones de exclusión por pobreza o necesidades especiales.

En total, ETIS implementa un programa de formación a 400 adolescentes de de diez barrios urbano marginales en el conurbano bonaerense (Zona Norte, Sur y Oeste), entre el que está el del Barrio Itatí, en Quilmes, que contempla la reinserción y retención en el sistema educativo formal y talleres de reflexión y formación.

“La cantidad de casos de abandono de los estudios a causa de embarazos de adolescentes llevó a la entidad a desarrollar talleres de capacitación referidos a métodos anticonceptivos. A pesar de la cuantiosa información proporcionada y del notable incremento de consultas referidas a la atención de la salud ginecológica, notamos que la cantidad de embarazos adolescentes no buscados no disminuye”, analizan.

Menos escuela, más embarazos. Más embarazos, menos escuela

En el Gran Buenos Aires las chicas entre 15 y 19 años constituyen el 18,6 por ciento de las mujeres en edad reproductiva, aportan el 2,7 por ciento de nacidos vivos y el 1,2 por ciento de embarazos perdidos. En este grupo de edad, las jóvenes menos escolarizadas duplican el número de hijos respecto de las más educadas, ya que el promedio es de 1 hijo contra 0,7.

En este sentido, la investigación de ETIS buscó interrogar/se: ¿Por qué las adolescentes, aunque cuentan con información suficiente y medios a su alcance, continúan con prácticas sexuales que implican riesgo de embarazo? ¿Qué representaciones sociales, valores y creencias ponen en juego las adolescentes de barrios urbano marginales del conurbano bonaerense en relación con el uso de métodos anticonceptivos y la maternidad?

¿Qué rol juega la pareja de las adolescentes en la decisión del uso de métodos anticonceptivos?

La investigación se realizó con siete adolescentes embarazadas de Itatí, en Quilmes. La conclusiones fueron que es preciso diseñar “políticas que promuevan la participación de las mujeres en igualdad de condiciones que los varones”, para “favorecer su autoestima, la apropiación de su cuerpo, la valoración de su voz, de sus decisiones y de su capacidad de autocuidado”. Además, ETIS corroboró la importancia de la escolarización: “Son las adolescentes con menor nivel educativo las que tienen mayor probabilidad de ser madres en la adolescencia. Por eso, habría que asegurar las condiciones para la permanencia de las niñas en la escuela hasta completar el ciclo secundario. Asistir regularmente al colegio proporciona cierta información sobre la salud reproductiva, pero sobre todo, incrementa el bagaje de recursos culturales, cognitivos y relacionales imprescindibles para que la adolescente tome decisiones sobre el cuidado de sí misma”.

Ser mujer no es sólo ser madre. Pero cuando no hay otros proyectos de vida, el embarazo aparece no como accidente sino como salvación o rebelión. “La existencia (o no) de proyectos de vida alternativos al matrimonio y la maternidad son también factores determinantes, al igual que la concepción de fatalidad de su propio destino”, explican Estigarribia y Medina. En el trabajo se resalta que las adolescentes deben contar no sólo con recursos económicos y sociales para acceder a anticonceptivos, sino que también tienen que existir pautas culturales en su ambiente que legitimen la anticoncepción.

“En las relaciones de género, aun cuando serían las mujeres las que tendrían la decisión última sobre tener o no tener un hijo, el rol del varón es esencial, ya que las decisiones femeninas se apoyan en sus expectativas subjetivas en relación con la actitud masculina para ‘reconocer’ o no al hijo como propio. Es decir, que las mujeres decidirían sobre los embarazos según la percepción que tienen ellas sobre las posibles respuestas de los varones con respecto a la aceptación o no de los mismos. Asimismo los embarazos adquirirían sentido como una estrategia femenina para involucrar al varón en la conformación de una familia”, sostiene una investigación realizada por el Núcleo de Pesquisa em Antropología do Corpo e da Saúde, del Departamento de Antropología de la Universidad Federal do Río Grande do Sul, Brasil.

No se trata de teorizar, sino de escuchar. M. tiene 27 años, está embarazada y vive en Villa Itatí. Ella relata: “Yo tengo una amiga que ahora tiene diecisiete... ella tenía catorce años y me decía: ‘Yo quiero ser mamá soltera y cuando yo tenga treinta y un años, mi hijo que tenga la edad que tengo ahora, quince’. Y yo le decía: ‘¡Vos sos chiquita!’. ¡Para qué! Me decía: ‘¡Sí, sí!’ y ahora tiene un nene de un año. Y no puede salir, no puede hacer nada. Le dije: ‘¿Ves? ¿Por qué no esperaste?’. Y el papá de la criatura es un adolescente, que le gusta la joda y ya está... La mayoría hace eso porque está como de moda acá... las chicas de doce, trece años, catorce años... vas a ver que todas tienen hijos. Pero yo también digo que a los padres se les quedan las nenas embarazadas porque las mezquinan mucho... no las dejan tener amigos... y en la primera oportunidad que tienen, ya está, se quedan embarazadas...”.

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