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Viernes, 7 de marzo de 2014

Luciano Cáceres*

1 Querría experimentar el embarazo, toda la etapa del crecimiento del bebé dentro del útero, que es tan alucinante, el parto. Aunque saliendo de ese deseo, como hombre me ha tocado acompañar a mi esposa. Amelia, que ya tiene cuatro años, nació por cesárea y yo estuve todo el tiempo presente, incluso, como los obstetras eran padre e hijo (y muy allegados a nosotros), me dejaron entrar al quirófano, escuché cuando le daban la peridural a Gloria, escuché sus gritos, los médicos diciendo dónde cortar, y a pesar de que por momentos me desesperaba, no quería que ella sufriera, intentaba confiar en ellos y resignarme a acompañar.

2 No hay algo que me incomode. La energía femenina y el mando sigue siendo de la mujer. Yo sigo creyendo en el liderazgo natural de las mujeres, en su rol fundamental para organizar, distribuir, el de la diosa, el de la Pachamama, y no desconozco el origen en el que el hombre se adueñó de la tierra y de la mujer por la fuerza.

3 Yo no me siento como el hombre prototípico. Aunque no desconozco que hay un predominio desde la prehistoria de la imposición física del hombre, no me reconozco en eso. Soy como muy entregado a la mujer. Parto del ejemplo de mi viejo con mi mamá, él siempre estuvo muy enamorado de ella, de tenerla a ella como una diosa, y eso que tuvo cantidad de mujeres antes, pero cuando la conoció todo fue amor, porque es lo que sucede cuando encontrás a la persona que encaja perfectamente con vos y viceversa. Pero bueno, si tuviese que resignar algo resignaría ese instinto en el que nos solemos colocar de ser los que detentamos la protección, desde un costado más enérgico, esos momentos en los que frente a otro tipo te sale: “¿Qué te pasa a vos?” E intentaría un perfil más tranquilo, me dejaría cuidar tal vez, a ver qué pasa sin ese estado de alerta constante.

4 No, nunca. Siempre fui muy vergonzoso para la conquista, preferí dejarme guiar por la seducción femenina, porque en definitiva más allá de que insistamos todo ocurre si ellas quieren.

5 Si se trata de un caso que compete a una pareja diría que es algo que involucra a los dos. Estoy a favor del aborto en situaciones de riesgo o no deseadas, de violación, pero obviamente es la mujer la que tiene la última palabra, una vez más. Es ella quien tendrá durante nueve meses a un bebé dentro de su vientre. Engendrar un hijo debería ser siempre un acto de amor. En mi caso me cuesta pensar en estos casos porque el mío fue muy distinto. Cuando la conocí a Gloria ella ya tenía una hija de su anterior pareja, y sin embargo yo la acepté y hoy en día a ella y a Amelia las considero hijas, a pesar de que Angela tenga a su padre muy presente, somos una familia. Creo que ése fue el mayor gesto de amor hacia mí por parte de Gloria, yo quería ser padre y ella pese a tener una hija grande también quiso. A los 10 meses de empezar a salir nos casamos y al poco tiempo buscamos el bebé y en un mes ya estábamos embarazados, fue todo muy natural. Pero entiendo que no todos tienen la misma suerte o deseo, por eso estoy convencido de que el embarazo debe ser un acto natural, no forzado, tiene que estar contemplado por ambas partes, por eso en casos extremos como una violación o embarazo no deseado, más allá de la pareja, en última instancia deberá ser la mujer la que decida.

* Actor y director de teatro

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