FúTBOL
Fútbol, canguros y hula-hula
A cuarenta años de su creación, la Federación de Oceanía arranca esta semana su competencia eliminatoria de cara al Mundial de Alemania. La historia de un fútbol en el que dominan siempre los mismos, en el que los resultados parecen de handbal y en el que islas de 20 mil habitantes tienen su selección nacional.
Por Juan Pablo Bermudez
Cosa extraña en este principio de siglo futbolísticamente mediático, a veces hasta la exasperación: el evento no formará parte de los titulares deportivos del momento, y de hecho para la inmensa mayoría pasará inadvertido, a pesar de ser un torneo internacional de federaciones afiliadas a la FIFA. E incluso es, además, la única competencia internacional que disputan estas selecciones durante cuatro años. Por eso para ellos es como su propio mundial, aunque siempre ganen los mismos (y casi siempre el mismo). El miércoles 3 de marzo arrancan las Eliminatorias, por un lugar en Alemania 2006, en Oceanía, un continente extraño al lenguaje futbolero en el que islas de veinte mil habitantes tienen su propio equipo nacional y en el que las goleadas entre ellos son más propias del hándbol que del fútbol. Y el único continente en el que lo que se gana no es la clasificación sino la participación en un partido más como posibilidad de clasificarse.
La Federación de Oceanía (OFC) es la más joven de todas las que componen la FIFA. Fue creada hace cuarenta años, en 1964, cuando algunos países intercedieron ante Stanley Rous a causa de la negativa de la Federación Asiática, creada diez años antes, de incorporarlos al organismo (los oceánicos argumentaban la proximidad limítrofe: Papúa Nueva Guinea limita con Indonesia; Papúa es de Oceanía e Indonesia de Asia). En toda la historia, ha tenido apenas dos participaciones en los mundiales: Australia, en Alemania ‘74, y Nueva Zelanda, en España ‘82. La cosa quedó casi repartida entre ellos: Australia rescató un punto en su participación (empató con Chile 0-0), pero no convirtió goles, mientras que los neocelandeses (o maoríes, según les gusta identificarse, aunque el nombre oficial del país es Aotearoa, con lo cual se estaría hablando de aotearoenses) no cosecharon puntos, pero al menos hicieron dos goles en la derrota 5-2 contra Escocia. Y nada más. En estos últimos años, sistema de repechaje mediante, los australianos han estado en las primeras planas en algunas ocasiones (cuando jugaron contra la Argentina de Basile y Maradona o en estas últimas Eliminatorias, contra Uruguay); tampoco nada más que eso. Pero en el continente son los dos que ganan siempre, todo: las potencias futbolísticas (deportivas, en realidad).
Ahora, bien: esa hegemonía se sustenta más en las debilidades ajenas que en las fortalezas propias. Actualmente, los miembros de la OFC son doce: además de las dos potencias están Papúa Nueva Guinea, Nueva Caledonia, Islas Salomón, Samoa, Samoa Americana, Tonga, Tahití, Fiji, Vanuatu e Islas Cook (la sola mención de los nombres remite a la imaginación a suponer que los partidos se disputan con cocos, con arcos de palmeras y jugadores en polleritas con plumas, pero no; juegan en canchas de verdad con pelotas de cuero y todo). Y entre ellos puede pasar de todo. Por caso, durante la disputa de las Eliminatorias para Japón-Corea 2002, de seguro muchos lo recuerdan, Australia batió todos los records al vencer 31-0 a Samoa Americana en lo que es la mayor goleada entre selecciones de la historia. Sin embargo, quienes aún hoy continúan escandalizados por el supuesto fraude ocurrido en el campeonato de Ascenso en la India (un equipo venció 55-1 y el otro 61-1) deberían saber que en aquella parte del mundo no es para tanto. Las ligas locales abundan en resultados del tipo 23-4 o 17-2 y entre las selecciones la cosa, aunque siempre no tan abultada, no es menor.
Acaso podría ser ése el rasgo característico del fútbol de la región: todos tienen sus grandes goleadas históricas tanto a favor como en contra. Tahití le ganó alguna vez 30-0 a Islas Cook, que también perdió 16-0 contra Islas Salomón, selección que a su vez perdió de local 13-0 contra Australia, en 1997. Papúa Nueva Guinea le hizo 28 goles a Vanuatu, que también perdió 15-0 contra Fiji, pero en contrapartida recibió once goles de los australianos en las últimas Eliminatorias. Nueva Caledonia le convirtió también quince tantos a Tonga, aunque recibió nueve de los mao- ríes. Y así. Los amantes del fútbol ofensivo, entonces, deberían hacerse algún viaje por la Polinesia para ver delanteros goleadores.
Se trata de un fútbol muy inocente, aunque resulte una obviedad decirlo. Excepto las potencias ya mencionadas, en el resto de los países el deporte de la pelota se encuentra en una muy temprana etapa de desarrollo, y ésa es tal vez la principal diferencia. Mientras que la totalidad de los seleccionados australianos juega en ligas extranjeras (Inglaterra la mayoría, con algunos en Italia y otros en Estados Unidos), Islas Cook disputa un campeonato de seis equipos, seis meses al año. Y todos son semiamateurs: cobran algunos viáticos y mantienen sus empleos “normales” (dedicados al turismo en su mayoría). Además son islas pequeñas con escasa población: Vanuatu tienen 160 mil habitantes; Samoa, 177 mil; y Cook, 19 mil; por nombrar algunos. En el caso de Cook, el sentido común obliga a suponer que el equipo que forman es el único posible: descartando a las mujeres y a quienes no están en edad para la práctica profesional del fútbol, no debe quedarles mucho material disponible. La infraestructura tampoco se queda atrás: las canchas apenas se mantienen y el estadio más importante de Nueva Caledonia sería el equivalente a una cancha más o menos en buen estado de la Primera B argentina.
Por eso también es que la FIFA está intercediendo en algunos estados de la región, mediante el Proyecto GOAL (un emprendimiento que consiste en otorgar partidas de dinero para aquellos países en los que el fútbol no se termina de desarrollar y que tiene como claro fin último la expansión del negocio hasta los rincones más insólitos del planeta): Islas Cook y Nueva Caledonia son los primeros beneficiados. Si se juzga por la mera frialdad de los resultados, la cosa parecería rendir sus frutos: Nueva Caledonia está señalada como la gran revelación del continente merced a los logros de los últimos años (entre ellos haberle aguantado un 0-2 a Nueva Zelanda, en Auckland). Pero también Fiji promete hacer ruido. El ganador de la última edición de los Juegos del Pacífico Sur (el volante Esala Massi fue elegido como el mejor jugador del torneo) asegura que puede cumplir con el difícil objetivo de romper la tradición y ganarse el lugar para el repechaje. Papúa Nueva Guinea también quiere hacer historia y por primera vez destinó un Centro de Entrenamiento específico para las prácticas del seleccionado, y Tahití, que casi le arrebata a Australia la clasificación para la última Copa de las Naciones, sueña con concretar la venta del delantero Teva Zaveroni a la Segunda División italiana y seguir así el crecimiento de los últimos tiempos. Habrá que estar atentos, entonces, y no perderse detalle del torneo eliminatorio. No sea cosa que, a este ritmo, la noticia ausente de los diarios de hoy sea la tapa sorpresiva de los diarios de mañana.