Lun 05.04.2004
libero

FúTBOL › HUBO SILBIDOS PARA EL EQUIPO Y GOROSITO

Newell’s bajó a San Lorenzo de la lista de candidatos

El equipo rosarino logró la primera victoria del torneo ante un rival que jugó muy mal y se despidió de su ilusión de salir campeón, una decepción que los hinchas se encargaron de subrayar. Mauro Rosales marcó el único tanto del encuentro.

POR DANIEL GUIÑAZU

A San Lorenzo le salió todo mal. Perdió ante Newell’s, el único equipo que no había ganado en el Clausura, sigue sin poder sumar tres puntos como local, ensayó sin suerte dos nuevas combinaciones de ataque (Astudillo-Peirone y Urbano-Peirone) y jugó muy mal. Tan mal que la popular despidió a los jugadores con una silbatina profunda y dolorosa, y de la platea surgieron los primeros gritos en contra de la gestión de Néstor Gorosito como técnico. Algo se rompió en el Ciclón: la ilusión de poder salir campeones. Después del fracaso de ayer, hay que bajarlo de la lista de candidatos.
Lo único positivo de la tarde fue que Gorosito no se llamó a engaños. No recurrió a excusas y dijo en la conferencia de prensa que había sido el peor partido del equipo desde que lo dirige. Fue así nomás. Leandro Romagnoli, su pieza más desequilibrante, sucumbió ante la marca zonal combinada a la que lo sometieron Zapata y Rosada, y de sus pies no surgió nada interesante ni inteligente. Ormazábal, Santana y Montillo, cuando entró por Santana en el arranque del segundo tiempo, no generaron el fútbol de costumbre por los laterales, y Astudillo y Peirone no tuvieron la movilidad que se necesitaba para desacomodar la firme línea de cuatro de Newell’s. Tan poco peso tuvo el ataque (Urbano jugó los últimos 20 minutos en lugar de Astudillo) que Peirone fue el único delantero que participó de una situación de peligro a nueve minutos del final.
Pero, además, la defensa azulgrana jugó peor que nunca. Fue fácil ganarle las espaldas por el costado de Paredes (por allí llegó el gol de Mauro Rosales) y en el primer tiempo, cuando Newell’s puso más gente y más intenciones para atacar, surgieron inéditas vacilaciones entre Gonzalo Rodríguez y Walter García, que Patiño dos veces estuvo a punto de aprovechar. Así, sin solidez atrás, sin creatividad en el medio y con nulo poder arriba, San Lorenzo fue empeorando hasta entregar la peor de las imágenes: la de un equipo confundido, carente de línea de juego, que terminó tirando pelotazos sin destino y yendo arriba sin fe, a los empujones, de puro compromiso.
Newell’s ganó sin problemas. Gallego dio la orden de que ni los cuatro del fondo ni los tres del medio cruzaran la mitad de la cancha, y le dejó a Patiño, Rosales y Vásquez la responsabilidad del ataque. Patiño estuvo imparable. Arrancó siempre a espaldas de Santana, ganó las de Michelini, aprovechó que nadie jamás lo siguió y, hasta que lo reemplazó Ruiz, aportó la dosis de fútbol que San Lorenzo nunca tuvo y el socio que Rosales necesitaba para desarmar la defensa con sus corridas. Sin Patiño, Newell’s bajó la cortina y se dedicó esperar el final. En la última jugada del partido, Rosales se escapó solo y su tiro dio en el poste derecho de Ramírez mientras de las tribunas bajaba el sonido inconfundible de un idilio roto.

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