FúTBOL › EN RIVER OFICIALIZAN HOY LA SALIDA DE RAMON DIAZ
Ingeniero por técnico
En la reunión que hoy mantenga el riojano con el presidente José María Aguilar quedará claro que el club no renovará el contrato del entrenador. Manuel Pellegrini será su reemplazante. “Ramón no es bueno por lo que ganó sino que es malo por lo que dejó de ganar”, dijo un integrante de la CD de River a Líbero. Sin embargo, la decisión no se haría pública para evitar represalias de la barra brava contra Pellegrini.
Por Gustavo Veiga
Las reglas de la diplomacia determinan en la vida de los hombres un protocolo fingido, se diría que necesario, como ambiguo a la vez. Cuando hoy a las 10 se reúnan en el estadio Monumental el presidente de River, José María Aguilar; el secretario general del club, Mario Israel; el director técnico, Ramón Díaz; y su ayudante de campo, Omar Labruna, será para guardar las formas y dejar sentado que se trata de una reunión entre caballeros. Los dirigentes ya decidieron qué harán en el futuro una vez que se saquen de encima al riojano. Sólo resta saber cómo reaccionará el hombre de sonrisa pícara y palabras filosas que había desafiado: “Si yo fuera Aguilar, me contrataría por diez años”.
La noche del viernes, un colaborador del entrenador se preguntó y respondió a sí mismo: “¿Cuál es el proyecto de River? Echarlo a Ramón...”. Una decisión que, como ahora se comprueba, ya estaba tomada antes de que el equipo saliera campeón. Líbero había desgranado algunas razones hace una semana (la eliminación estruendosa en la Copa, por ejemplo). Pero existían otras: una relación desgastada, el excesivo protagonismo del técnico, su difícil convivencia con riverplatenses de peso en la historia reciente –Enzo Francescoli, Hernán Díaz, Leonardo Astrada– y que de una manera u otra siguen vinculados con el club, pero, además, lo que un vocal de la Comisión Directiva definió en una frase: “Ramón no es bueno por lo que ganó sino que es malo por lo que dejó de ganar”.
El concepto, lapidario, tiene que ver con los reiterados fracasos internacionales de River en la Copa Libertadores –sobre todo– y, además, en la Mercosur. Compartidos en menor medida –es dable agregarlo– con Américo Gallego. Ese punto débil que arrojó la segunda gestión de Ramón no pudo ser maquillado por el último título. El técnico, un intuitivo, cuando percibió que esa conquista no le garantizaba la continuidad en el cargo, se desvivió para presentarse como un estratega riguroso –un perfil que no posee– y hasta buscó ser dócil con los dirigentes. ¿De qué modo? El miércoles 15 le entregó a Aguilar una carpeta de 300 páginas con un acabado informe sobre el plantel, que incluía hasta el organigrama para el segundo semestre del año. Y, para que no quedaran dudas de su predisposición a discutir el contrato de un millón de pesos que percibe anualmente, hasta mencionó que, en River, trabajaría gratis.
Como los tiempos urgen a la Comisión Directiva y al propio Díaz, se decidió el encuentro para hoy. Esta semana, Aguilar viajará a Corea para acompañar a Julio Grondona al Congreso de la FIFA y, además, para refrendar o no un convenio con el desconocido club de ese país, Corea 2002. Se trata de una cuestión de merchandising e intercambio deportivo que acercó el secretario de actas de River, Alberto Sutton. Por su parte, el técnico anunció que descansará unos días en La Rioja, donde seguramente se cruzará con Carlos Menem, quien lo felicitó por el nuevo título, aunque no estará muy feliz por el inminente despido de su amigo.
Llega el Ingeniero
Su futura contratación dejó de ser un secreto cuando se amplificó a través de la prensa. Manuel Pellegrini, por estilo y formación, está en los antípodas de Ramón Díaz. El técnico chileno, superando su mesura acostumbrada, había afirmado el jueves: “Me encantaría dirigir a River”. De ese modo, puso blanco sobre negro una situación que ya había desbordado los límites del estadio Monumental. Cuando anunció su alejamiento de San Lorenzo y luego ratificó que no aceptaría por ahora conducir a la selección de su país, el ingeniero dio un paso fundamental. Restaba saber si su nombre era uno más en la lista de candidatos o si, en efecto, tenía chances más sólidas de reemplazar al riojano.
En Núñez cuentan que el primer contacto se estableció con Néstor Gorosito, quien fue dirigido por Pellegrini en la Universidad Católica y nunca ocultó su vocación de director técnico. Esa aproximación se habría concretado a horas de que Ramón Díaz y su círculo áulico cenaran en lacasa del kinesiólogo Norman Dionisio para festejar, por segunda vez, el título de campeón. Uno de los comensales se quejó de que el club no había organizado una comida para celebrar el trigésimo campeonato. Este hecho, si se quiere menor, hoy representa de manera simbólica la crónica de un final anunciado. Es el único gesto que estuvo despojado de hipocresía.
El 6 de junio termina la licencia que hoy comenzaron a gozar los jugadores de River. Después, el plantel viajará a los Estados Unidos, donde realizará la pretemporada y, además, disputará una serie de amistosos. Por lo pronto, está acordado un clásico con Boca para el 15 de ese mes en la ciudad de Miami. Estas fechas han acelerado la sucesión de Díaz, quien deberá resignarse –si no recibe una tentadora oferta para dirigir en Europa– a cuidar los campos que posee en la Argentina y a disfrutar del mayor tiempo libre en familia. Amargados, sus colaboradores todavía se preguntan en voz baja cómo pudo ser que, si se cumplieron dos de los tres objetivos de la temporada (ganar un torneo local y superar a Boca en su cancha), ahora se queden sin trabajo.
“Tengo un futuro enorme como entrenador”, acaba de predecir el riojano, quien en su provincia natal podrá tomarse los días suficientes para pensar con tranquilidad en su porvenir. Lejos de River, a distancia considerable de esa catarata de afectos que, por amor genuino o determinadas concesiones, lo acostumbró a regodearse en el éxito y a envalentonarse ante el fracaso.
Hasta que hubo un clic en la vida profesional de Ramón Díaz. Un borrón y cuenta nueva que, ahora, lo mandó con sus siete títulos a otra parte. Si el anuncio de este desenlace anticipado se demora por espacio de unas horas, o quizá un puñado de días, es porque deben respetarse ciertas formas. Dicho de otro modo: hay que guardar las apariencias, no sea cosa que el sector más pesado de la hinchada acuda en auxilio de su protector. Ese es el temor que tienen algunos dirigentes y va más allá de la despedida del inefable riojano. En River esperan que, si como todo indica se aproxima el atildado Pellegrini, a nadie se le ocurra hostigarlo porque sí o por haberse convertido en el hombre que desbancó a Ramón.
El nuevo proyecto
En esta novela por entregas, unos y otros han gastado casi todos los perdigones. Y si el argumento de la obra se extendió hasta límites tan latosos como irritantes, es porque el entrenador que acaba de salir campeón por séptima vez resistió su inexorable destino hasta último momento. Un derecho que le asiste, aunque a menudo su conducta estuvo reñida con los usos y costumbres del buen samaritano. Cuando Díaz tuvo que desembarazarse de ex colaboradores y jugadores (abundan los ejemplos), no guardó demasiado respeto por las normas. La Comisión Directiva de River le pagará ahora los servicios prestados con la misma moneda. Lecciones que da la vida, más allá de los hombres y sus proyectos.
Desde que el equipo dio la vuelta olímpica envuelto en un cotillón de papelitos y serpentinas, y bajo el humo rojo y blanco que sólo perforaban los fuegos artificiales, las palabras de Aguilar y su empleado mejor remunerado saturaron los medios bajo títulos variopintos: “River deshoja la margarita”, “Tan rápido como cuando usaba la 9”, “El Ramón del destino y el destino de Ramón”... La presión que le imprimió el técnico a los directivos, basada en sus pergaminos, pero también en su demagogia, colocó al presidente en una situación que, lejos de incomodarlo, le permitió lucir su oratoria afectada. Entonces, le respondió al segundo riojano más famoso con frases de su estilo: “La ligazón de Ramón Díaz con River es eterna”, “Ramón Díaz tiene un lugar asegurado en el altar de los hinchas”, “Ramón Díaz está dentro de nuestros gustos y sólo nos falta saber si podemos compartir ese proyecto nuevo”.
Ese proyecto ya está en marcha. Y nunca incluyó al riojano.