FúTBOL › BOCA PERDIO SU CUARTO PARTIDO CONSECUTIVO COMO VISITANTE
Cada día juega un poco peor
Orden, buen trato de pelota y saber a qué se apunta fueron las patas del trípode en el que se apoyó Argentinos Juniors para vencer a Boca. Pérez Castro fue el autor del único gol sobre el final del primer tiempo. Después, el cuadro local esperó el aluvión de ataques de Boca que nunca llegó. El cuadro de Brindisi quedó a cinco puntos de los líderes.
POR DANIEL GUIÑAZU
La pesadilla de Boca parece no tener fin. Si aquella derrota en Avellaneda ante Independiente fue un mal sueño, la comprobación de que el equipo de Brindisi no guardaba relación con el de Bianchi aunque las caras casi fueran las mismas, esta serie de tres partidos al hilo sin victorias y cuatro caídas consecutivas como visitante pone al desnudo comprobaciones desagradables: que Boca está en crisis y que los malos resultados no son circunstancias aisladas del juego, sino el reflejo de un estado de cosas en el que nadie, empezando por el propio técnico y siguiendo por los jugadores, tiene las ideas claras.
No es grave haber perdido contra Argentinos. Lo que preocupa es cómo cayó y que a Brindisi se le va escurriendo su tiempo sin que aparezcan las variantes necesarias para reactivar a una formación amnésica, que ha dejado de creer en sí misma. Un solo dato califica la producción de Boca: apenas fue capaz de provocar dos situaciones de peligro en todo el partido. Un cabezazo de Palermo que Gutiérrez mandó al corner y una pelota que el arquero de Argentinos le sacó a Guillermo Barros Schelotto luego de que el propio Gutiérrez habilitara al Mellizo con un mal saque. Eso fue en el primer tiempo.
En el segundo, Brindisi recurrió a la receta que aplica cada vez que el equipo no juega como él supone que debe hacerlo: armó una línea de tres en el fondo, y puso a Matías Donnet por Morel Rodríguez y a Cangele por Neri Cardozo para darle una mano a Guillermo y a Palermo. Pero no pasó nada. Boca tuvo la pelota, la movió por todos lados, pero se ahogó en su impotencia sin hacerle cosquillas a Gutiérrez.
¿Hubiera sido diferente la historia con Tevez en la cancha? Hasta sus polémicas vacaciones, Carlitos no estaba pasando por su mejor momento de inspiración. Pero de él siempre puede esperarse la maniobra diferente, el salto de calidad que rompa la rutina y alumbre la oscuridad. Ayer, Boca lo extrañó del peor modo: fue un equipo monótono, previsible, reiterativo, que abarrotó de pelotazos a Palermo y que jugó como si se le hubieran extinguido las ideas. Como si quisiera marcharse rápido de La Paternal, donde hacía 44 años que no se presentaba.
La única diferencia entre Argentinos y Boca fue que Argentinos tuvo en claro lo que necesitaba para ganar. Lo suyo fue sencillo y eficiente. Esperó bien parado de mitad de cancha hacia atrás y, cuando pudo, soltó por los costados a Machín y Pérez Castro o le alcanzó el balón a Pisculichi para que les tire pelotazos largos a Píriz Alves y a Oberman. Por la izquierda, y con sus piques, Oberman atormentó a Calvo y a Schiavi. Y en la última corrida del primer tiempo, enganchó ante Calvo y se la dejó a Pérez Castro para que defina por encima de la salida de Abbondanzieri. Después hizo la lógica: se tiró más atrás todavía y esperó vanamente el asedio que jamás llegó. El partido pudo haber durado toda la semana y hubiera dado lo mismo: jugando a nada, como lo viene haciendo desde hace demasiado, es imposible que Boca llegue a algún lugar.