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Lunes, 11 de abril de 2005

FúTBOL › COLORIDO CLASICO DE AVELLANEDA

Un reencuentro con el fútbol

Por Juan Jose Panno

Valió la pena.Por el ida y vuelta permanente con una saludable intención recíproca de jugar por abajo, tirar más paredes que pelotazos y marcar mucho y pegar poco.
Por el festejo emocionante de los hinchas de Racing, en el final.
Por los aplausos con que fue despedido Independiente a pesar de la derrota.
Por los cantos, los globos, el colorido y todo el folklore en estado puro, con dos tribunas repletas y no sólo la del local, como cuando juega Boca.
Valió la pena.
Por Diego Simeone, que les entregó la pelota redondita a sus compañeros y no se equivocó en un solo pase de corta y media distancia. Si se hubiese tenido un poquito de confianza para pegarle desde el borde del área en un contraataque del final, pudo haber redondedo su actuación con un gol. Lo amonestaron en el inicio del partido, pero eso no lo condicionó para meter y mucho menos para jugar.
Por Lucas Pusineri que, a falta de Insúa y Cangele, manejó los hilos con inteligencia y un gran despliegue. Los mejores momentos de su equipo estuvieron directamente relacionados con su producción.
Por el pibe Guerrero, que combinó velocidad, coraje y buena técnica para complicar al fondo de Independiente.
Valió la pena.
Por el gol de Independiente, una joyita de la que participaron Insúa, Cangele, Martínez, Agüero y Pusineri, y que tuvo la frutilla del postre con el remate de Frutos (con el perdón del chiste fácil).
Por la monumental pared del segundo gol de Racing entre Guerrero y Barrado, que a más de un veterano les hizo acordar a Silva y Acosta, los albañiles (que así les decían porque se la pasaban levantando paredes) de Lanús.
Por el golazo del pibe Lisandro López, que no había participado mucho del juego pero que aprovechó una pelota perdida para dejar desparramados por el piso a los centrales de Independiente antes de meter la profunda estocada que cerró el partido.
Valió la pena.
Por algunas jugadas aisladas lejos de los arcos que dejaron su marca de belleza, el primer puesto del ranking lo tiene un caño de Pusineri a Mirosevic.
Por la reaparición de Matute Morales, que no jugó bien pero con su sola presencia les impuso respeto a los rivales y entusiasmó a los propios.
Valió la pena ir a Avellaneda por todo lo que se dijo hasta aquí, pero más que eso porque en la cancha, esta vez, todos tuvieron la fiesta en paz.

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