Curioso: cuatro de los protagonistas de la tarde en La Boca tienen en común la letra ge en el apellido o en el nombre que lo identifica tanto como el apellido.

Gago.
Da gusto ver jugar al cinco de Boca, el pibe Fernando Rubén Gago.
Bien parado cerca del círculo central, prolijo, ordenado, entrega siempre la pelota redondita a sus compañeros, se desmarca permanentemente ofreciéndose como salida y elige con inteligencia los momentos apropiados para pasar a posiciones de ataque. Aunque no anduvo bien en el segundo tiempo, como todo el equipo, su primer tiempo de ayer fue excepcional: jugó con el libro del centrojás abierto y dio lecciones de quite, toque y manejo. Entre sus aportes al equipo hay que contar la pelota que le ganó a Capurro barriendo con fuerza en la jugada que dio origen al gol de Guglielminpietro. Gago no tiene nada que ver con Rattin, Giunta o Serna, emblemas de la historia boquense en esa misma posición; no impone la presencia de aquéllos, pero posee mucho más juego. Con menos de una docena de partidos oficiales, se anima a pedirla siempre y hacer girar al equipo en torno suyo. Le falta experiencia, le sobra calidad. Va a ser un crack.

Guille.
Como en la fecha anterior, Guillermo Barros Schelotto no estuvo ni en el banco. Pero el hecho cobró otra dimensión luego de la discusión con el técnico a mitad de semana. El Mellizo fue a la cancha, saludó a sus compañeros, vio el partido desde adentro de la cancha –del otro lado de los palcos y los bancos– y sonrió cuando escuchó que los hinchas corearon su nombre en el momento en que el equipo salió a la cancha. Al final del partido, tibiamente desde la tribuna de Casa Amarilla, volvió el grito clásico: “Guilleeermo... Guilleeermo”. Un disparo por elevación para el director técnico, quien decidió que Barros Schelotto no integre la delegación que viajará a Perú para jugar con el Sporting Cristal por la Copa Libertadores.

Guly.
Andrés Guglielminpietro casi no juega por una gripe, pero al final Benítez decidió su inclusión y todos los boquenses se lo agradecieron. Fue el autor de un lindo gol: arranque a gran velocidad, gambeta, remate y pelota a la red, después del roce en un defensor y un pique. Pudo haber marcado otro gol en una jugada similar. Redondeó en el primer tiempo una buena actuación, juntándose con Palacio y Palermo. Agotado prematuramente –secuelas de la gripe–, fue reemplazado por Donnet, cuya producción estuvo muy por debajo de la suya.

Giovanny.
El frustrado pase a Boca de Giovanny Hernández, un jugador que le quitaba el sueño a Benítez, atrajo la atención de los hinchas boquenses. Ninguno se entusiasmó demasiado con lo que hizo el colombiano, salvo por un par de gambetas muy aisladas. En el gol de Colón se paró delante de la pelota para darle de derecha y provocó que Abbondanzieri se corriera hacia su palo izquierdo. Finalmente el que ejecutó el remate fue el peruano Vargas, quien la colocó de zurda en el ángulo derecho. “Si ese Hernández juega siempre como hoy, mejor que se quede en Colón”, dijo un plateísta, sintetizando la que debe haber sido una opinión generalizada.