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Hubo que esperar al entretiempo para terminar de digerir todo lo que había pasado en la cancha de Vélez durante la primera parte del encuentro. “Nos estamos comiendo un baile”, se le escuchó decir a Raúl Gámez, presidente del club de Liniers, en un corredor del estadio. El desconcierto de los hinchas era enorme, y no era para menos. Vélez abrió el marcador antes de cumplirse el primer minuto de juego y, pasajera alegría, se fue al descanso perdiendo 3-1, medio atropellado por un rival que hizo del orden virtud. No le alcanzó al puntero el gran esfuerzo que puso para empatarlo, después de que Gracián anotara el descuento; el arquero Caranta las tapó todas y en la única que no pudo, lo ayudó el travesaño.
Todavía no estaban los jugadores en la cancha y los hinchas de Vélez gritaban uno, dos y tres goles, los que le convertía Gimnasia a Estudiantes, y todo era alegría, entusiasmo, ilusión. Treinta segundos después de que Pompei iniciara el encuentro, los de Liniers volvían a gritar gol: Caranta volteó a Bravo en el área y Castromán definió sobre el palo derecho del arquero. Con ese arranque, dio la sensación de que al partido le iban a sobrar 89 minutos. Pero Instituto no se entregó y en cuanto vio que a Vélez el nerviosismo le hacía jugar mal la pelota, supo acomodar el partido a su antojo y liquidarlo en las ocasiones que tuvo.
Con un cabezazo de Arrieta, que hacía estragos cada vez que atravesaba la defensa velezana, los cordobeses se pusieron 1-1; ampliaron con un remate de Lujambio, que ganó la posición a espaldas de los centrales; y, para colmo de males, Clementz, que no jugaba nada bien, encontró una pelota afuera del área y metió un zapallazo, mezcla de centro y remate, que encontró medio adelantado a Sessa y se clavó en el ángulo izquierdo.
Para los hinchas de Vélez era una especie de broma macabra y puteaban de lo lindo. Su equipo perdía por primera vez en el torneo como local y también por primera vez le convertían más de dos goles. Ni hablar de la lucha por el título.
Pero quedaba la segunda mitad, y el técnico Russo tenía mucho que hablar con sus jugadores. Entonces sí apareció el Vélez puntero. Más agresivo, más seguro, pero, por sobre todo, más tranquilo. Castromán y Gutiérrez penetraban por la derecha y llenaban de pelotas el área de Instituto, que el arquero controlaba más o menos fácilmente. Gracián consiguió descontar con un remate violento, desde afuera, tras un toque corto de Bravo, que se metió sobre el palo derecho del arquero; pero éste se quedó también con un mano a mano frente a Zárate, que estaba lento e impreciso. La tarde de ayer parecía ser la tarde exclusiva de Caranta, que hasta la ayuda del travesaño recibía.
Gutiérrez tuvo el empate dos veces: una pelota en el palo en la primera y, en la segunda, tras ganar sobre la línea de fondo una que parecía perdida, se quedó sin ángulo para el remate y se le fue por arriba. Ambos equipos terminaron con diez hombres, pero a nadie le importó. Los de Vélez tenían mucha bronca, igual que sus hinchas; y los cordobeses festejaban como final, acababan de ganarle al máximo candidato y eso los deja bien parados de cara a su lucha por la permanencia.

Vélez 2
Sessa; Cubero; M.Pellegrino, Fuentes; Broggi, J.Gutiérrez, Somoz; Bravo, Gracián,
Castromán, Zárate.
DT: Russo.

Instituto 3
Caranta , Sanchírico, Moreyra, Barone, Clemente, Castro; Lux, Peralta, Raymonda, Arrieta; Lujambio.
DT: Quiroz.

Estadio: Vélez.

Arbitro: Juan Pablo Pompei.

Goles: 1m, Castromán (V); 6m, Arrieta (I); 31m, Lujambio (I); 39m, Clementz (I); 59m, Gracián (V).

Cambios: 75m, Colliard por Arrieta (I); 80m, Ortiz por Castro (I); 90m, Manfredi por Raymonda (I).

Incidencias: 36m, expulsado Broggi (V); 89m, expulsado Lujambio (I).