Lunes, 10 de abril de 2006 | Hoy
FúTBOL › OPINION
Por Diego Bonadeo
Es habitual que desde los laboratorios de las ciencias deportivas, con dejos socarrones y peyorativos, se descalifique a los habilidosos del fútbol. Lo que más reiteradamente debe soportarse es aquello –si de fútbol se trata– de “hace una de más...”. Es que hay un presupuesto de mezquindad desde estos mensajeros que se oponen a quienes toman riesgos, por lo que lo razonablemente “precavido” sería “hacer varias de menos” en aras de “la sensatez”, “el equilibrio” y un sinnúmero de encomillados más, todos emparentados con alquimias de probeta.
Pero apareció Lanús. Despacito, despacito. Con la sabia sencillez de los que saben que no se puede “jugar al fútbol” sin que se sepa bien de qué se trata aquello potreril y ancestral de saber “jugar a la pelota”.
Desde Bossio, generando desde el arco, tanto defendiendo como habilitando, más que lo que cuando era un chiquilín, hasta el talentosísimo y pícaro Cristian Fabbiani. Romero y Gioda ganan de arriba y sus excelentes condiciones de “tiempistas” les permiten anticipar respetando la posesión de la pelota para su equipo. Graieb marca y corre, pero busca compañías en Aguirre o Biglieri por afuera o en el oficio y la calidad del Negro Quinteros, que no es para “maleplácito” del tacticismo, solamente un mediocampista recuperador. Archubi, además de lateral por la izquierda, le pega con fuerza y exquisitez. Y por allí circula habitualmente Pelletieri, aunque algo más adelantado y llegando para acompañar a un muy promisorio Leto o a algunos de los habilidosos y rápidos que como corresponde, y otra vez para “maleplácito” de algunos y para solaz y divertimento del Gordo Fabbiani, demuestran que los wines siguen existiendo. Como el Sur.
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