Gimnasia y Esgrima de Jujuy es el equipo que menos goles convirtió en el campeonato: 10 en 16 partidos, vale decir que mete un gol cada 2 horas y 24 minutos. Se le nota. Porque juega con un solo delantero y la multitud de volantes que mete en la cancha se preocupa fundamentalmente por achicar los espacios del rival. Ese esquema de juego también le permite estar entre los equipos que menos goles recibieron en el torneo: hasta ayer tenía la misma cantidad de goles en contra que San Lorenzo y cuatro menos que Boca.

Boca, con 36 goles, es el equipo que más veces gritó en este campeonato, un dato que no sorprende si se considera su casi obsesiva vocación ofensiva que lo lleva a atacar a cualquiera, y que también lo lleva desprotegerse en el fondo.

El partido se encuadró en la realidad de cada uno, aunque tuvo dos caras muy distintas. Frente a ese incómodo rival que suele agrandarse de visitante –le ganó a River y a Racing–, Boca mostró una gran impotencia en el primer tiempo, pero bastó que acertara una estocada a fondo en el arranque del segundo tiempo para liquidar la cuestión.

En el primer tiempo, con Cardozo en bajo nivel, Dátolo muy embarullado y Banega muy retrasado, Boca manejó la pelota, pero no generó situaciones de gol en consonancia con ese dominio. Se puede contar un remate de Marioni en un palo después de una apurada salida de Valdiviezo (pareció foul del delantero al arquero en la jugada previa), un cabezazo del mismo Marioni que se fue por arriba y un remate de media distancia de Battaglia, también desviado. Boca se repitió en los pelotazos de Battaglia y facilitó la tarea defensiva del ordenado rival, que por su parte complicó a Caranta en un par de jugadas de pelota detenida: Medero y Gandín estuvieron cerca de marcar con sendos cabezazos. Hasta ahí, los visitantes la llevaban fenómeno: no habían sufrido mucho y casi sorprenden.

En el inicio del segundo tiempo, un buen centro de Marioni (pareció que estaba en posición adelantada) le permitió a Palacio meter la cabecita casi debajo del arco, a pesar de la marca de Berza, y se terminaron definitivamente las equivalencias.

Ya antes del gol se había empezado a notar que Boca estaba mejor parado con Banega un poco más arriba y Ledesma muy activo por la derecha, armando una interesante sociedad con Clemente Rodríguez. Después del gol todo se hizo más evidente. Es que Gimnasia y Esgrima se soltó un poquito más, pero sin inquietar a Caranta, y la pelota comenzó a circular con más fluidez en la medida en que Ledesma se hacía el eje de su equipo. Sobre la mitad de la etapa, y como para reforzar la idea de que los titulares de Boca quieren jugar siempre, Palermo reemplazó a Marioni (que no estaba jugando mal y que seguramente se debe haber fastidiado porque no consigue continuidad) y un rato más tarde entró Riquelme por Dátolo, cuando el partido ya estaba 2 a 0.

¿Riquelme entró para tener la pelota? ¿Su presencia era imprescindible? No. Pero Riquelme quiere jugar siempre, aun a riesgo de sufrir alguna lesión que complique lo mucho que se juega el equipo en las semifinales ante el Cúcuta.

Ayer, para bien del espectáculo, el 10 hizo un par de jugadas de su sello y le dio un poco más de lustre al toqueteo boquense. La frutilla del postre la puso Clemente Rodríguez con un derechazo impresionante que clavó la pelota arriba, contra el palo izquierdo de Valdiviezo, que estaba ahí, pero no pudo hacer nada.

El gol de Soler llegó cuando el encuentro se iba de largo y sirvió para ratificar que defensivamente Boca no es muy sólido.

Con titulares, con suplentes o con un equipo mixto, Boca parece estar dispuesto a darle pelea a San Lorenzo hasta la última fecha. La prioridad es la Copa Libertadores, pero el campeonato también importa mucho.

Estadio: Boca.

Arbitro: Héctor Baldassi.

Goles: 52m Palacio (B); 73m Battaglia (B) 84m C. Rodríguez (B) y 85m Soler (GJ).

Cambios: 45m Ledesma (8) por Cardozo (B); 55m Soler (5) por Iribarren (GJ); 70m Palermo por Marioni (B); 73m García por Quinteros (GJ); 75m Riquelme por Dátolo (B).